Sobre padres e hijos: Crianza

Sobre padres e hijos: Crianza

Sobre padres e hijos: Crianza

Sí… ya lo dijimos antes, ser padres no es fácil. Nadie nos enseña, nadie nos prepara, los niños no vienen con un manual debajo del brazo y nosotros tenemos que ir aprendiendo sobre la marcha. Cada edad tiene lo suyo, algunas son más risueñas y tiernas, otras son más agotadoras y preocupantes. A veces no dejamos de cambiar pañales, a veces no dormimos, y luego no podemos cerrar los ojos hasta que los chicos llegan a casa. Nunca dejamos de ser padres.

Cada etapa de nuestros hijos tiene sus condimentos, su maravilla, su milagro; y nosotros como padres, somos llamados a estar a la altura de cada una de estas etapas, de cada una de estas maravillas y de cada uno de estos milagros.

La forma en que decidimos vincularnos con nuestros hijos, la forma en que vemos al niño que tenemos delante de nosotros, la forma en la que intentamos que aprenda, la forma en que interactuamos con ellos, es lo que se conoce como estilo educativo o estilo de crianza.

Dependiendo los padres, de los acuerdos que hayan establecido a la hora de planificar la llegada de su hijo; dependiendo del tiempo que hayan tenido para pensar en tener un hijo, o no, estos estilos pueden ser 1 o 2. Porque cada pareja está conformada por dos adultos que han sido criados con estilos diferentes, en el mejor de los casos, estilos similares; pero son dos adultos que provienen de familias diferentes, con costumbres y con mitos diferentes, que se aúnan para criar a un nuevo niño salvando esas diferencias, o bien, poniéndolas a trabajar juntas. Siempre es mejor que ambos padres encuentren un estilo propio de la pareja parental.

La forma en la que el adulto se comunica con el niño, la forma en la que interpreta lo que el niño hace, la forma en la que ve al mundo y la que piensa las cosas, la forma en la que sanciona al niño, la forma en la que expresa sus emociones, la forma en la que tramita su propia niñez (evitando cometer los errores de sus padres, intentando poner en juego herramientas que sus padres no utilizaron y que a él le hubiera gustado que utilizarán) en fin, todos estos factores, que tanto el padre como la madre ponen en juego en la crianza de un hijo, van a influir en el tipo de crianza que están realizando.

Por lo general, se aplican los modelos familiares que cada uno trae consigo. Es muy común encontrar que padres o madres que han sido violentados en su niñez, deciden desterrar la violencia en su rol parental, e incluso suelen tener, en ocasiones, dificultades para ubicarse como imagen de autoridad frente a sus hijos. Son padres que, por no ser violentos, terminan siendo demasiado permisivos. Por otro lado, hay padres que han crecido en ambientes de violencia y han asumido que eso es lo normal, lo natural y lo correcto. Por lo cual desarrollan un estilo de paternidad autoritario, tal y como el que ellos tuvieron porque consideran que han sido bien formados en ese modelo de crianza. 

Tenemos también algunos padres que han sido criados en un modelo abandónico, en el sentido de que sus propios padres solían no prestarles atención, no estar en su casa, tal vez por trabajo o tal vez por otro tipo de circunstancias. Seguramente, estos adultos han sido hermano mayor que ha cuidado a sus hermanos menores, o han sido hermano menor cuidado por sus hermanos mayores. Pero, en cualquier caso, la ausencia de los padres ha marcado cierta tendencia a la negligencia, es decir, a pensar que los niños podrán arreglárselas solos, tal  como ellos lo hicieron en su niñez. Este modelo abandónico puede derivar también en padres sobreprotectores, con una presencia avasallante que abarca todos los detalles, volviéndose omnipotentes, omnipresentes. 

Por supuesto, vamos a insistir en que lo esperable es que ambas partes conversen y decidan juntos cuál es el tipo de crianza que quieren darle a sus hijos. Que construyan un modelo propio de familia. Estos estilos familiares son los que van a, de alguna manera, determinar al adulto que está pareja de padres va a criar, va a formar y va a dar al mundo. 

Diana Baumrind en un estudio que hizo de niños de entre 3 y 5 años pudo determinar tres estilos de crianza, según cuatro dimensiones:

  • La calidez y nutrición.
  • Las estrategias disciplinarias.
  • El estilo de comunicación.
  • Las expectativas de madurez y control

Posteriormente se ampliarían a cuatro modelos familiares dando por resultado la clasificación más empleada en este campo que es la siguiente:

Sin ánimos de extendernos demasiado, dado que se abordarán en otros apartados las características de estos cuatro modelos, podría decirse que el de los padres autoritarios está basado en la firmeza inflexible y sin rastros de afecto ni interés en los deseos o sentires del niño. En el de padres democráticos, por otra parte, se ejerce la autoridad desde el amor y el respeto del niño. El modelo de padres permisivos presenta una autoridad casi inexistente, con una tendencia a fomentar el autocontrol en los niños. Por último, el modelo negligente, raya el abandono, muchas veces involuntario, pero profundamente nocivo para el niño en desarrollo. Sin duda, de estos cuatro modelos, el más positivo es el Democrático -la autora lo llama autoritativo- ya que es el único que se establece sobre la base del reconocimiento mutuo.

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Benicio
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