Sobre los Celos

Sobre los Celos

Sobre los Celos

El Bueno, El Malo y  El Feo

Muchos profesionales de la psicología han publicado en diversos espacios, sus teorías respecto de los celos, cuáles son los más nocivos, cuales los menos graves, los distintos tipos de celos, etc.; pero por lo general siempre se los asocia con “lo tóxico”. Asumiendo que la palabra tóxico se emplea para hacer referencia a todas aquellas cosas que no nos hacen bien y, más allá de lo discutible que pueda llegar a ser todo esto de lo tóxico y la existencia de personas tóxicas, se podría pensar en los celos como algo más normal de lo que se debe o de lo que se quiere aceptar.

Los animales también tienen celos

Para empezar consideremos que los celos también se encuentran dentro del reino animal. Por dar un ejemplo común, no es extraño que perros y gatos manifiesten celos ante la llegada de una nueva mascota o de un bebé o de alguna visita; y no por hacerlo van ser considerados tóxicos. De la misma manera muchos de nosotros hemos sentido celos en algún momento de nuestra vida; ya sea por amigos, por hermanos, por un puesto laboral, con nuestras parejas, etc. Pero en realidad, esto solo nos dice que nos importa ese lugar que estamos ocupando para el otro. 

Los personajes de los celos

Por lo general en los celos hay tres actores: el celoso, el celado y el otro. En una relación amorosa, por ejemplo, los celos se disparan ante la presencia (real o imaginaria) del competidor, ese otro que amenaza con quitarnos el afecto, la atención de nuestra persona amada.

Hay además, otra características de este tipo de sentimientos que se relaciona con el sufrimiento que provoca en la persona celosa, y es que son un golpe a nuestro narcisismo. Esto se debe a que no solo se trata de la posibilidad de perder a quien se ama, sino que en muchos casos el ser amado no solo ya no nos ama, sino que su amor será de otra persona.

De esta manera, nos encontramos frente a una emoción que pone de manifiesto el temor a perder el afecto, el interés, el reconocimiento de alguien importante para nosotros. Esta afirmación podría pensarse como parte inherente de cualquier vínculo afectivo.

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¿Por qué se demonizan los celos?

Pero entonces ¿qué es lo que hace que los celos sean tan demonizados? Pues bien, lo que más incide en las relaciones interpersonales respecto de los celos es la forma en que se expresa la emoción, que muchas veces suele ser inadecuada. También podría pensarse en la intensidad, que puede llegar a ser exagerada. Además, no es extraño encontrar que los celos aparecen basados en conjeturas erróneas, en ideaciones delirantes que no tienen ningún fundamento real. Como toda emoción, en el instante mismo en que surge ya tenemos toda una batería de respuestas activada que no da lugar a pensar en otra cosa que en la pérdida que estamos a punto de sufrir. 

Cuando no podemos racionalizar ese tipo de ideas, cuando no podemos ponerlas en duda, cuando no logramos hacerlas a un lado, es cuando más lastiman y cuando más condicionan las conductas.

Surgen aquí las reacciones inadecuadas, como puede ser por ejemplo: los reclamos excesivos, las prohibiciones, las sentencias, los límites, las exigencias, porque hay que frenar de alguna manera ese sufrimiento, y como no logramos establecer el límite en nosotros mismos controlando las ideaciones que se nos imponen, se busca controlar en el otro sus conductas para evitar o por lo menos reducir el nivel de ansiedad.

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¿Qué hacemos con esto que estamos sintiendo?

En lo personal, no considero que haya celos buenos o celos malos. Celos aceptables o intolerables. Los celos son una emoción, no podemos decidir qué emociones sentir o no sentir. Las emociones se disparan a partir de determinados estímulos. Sin embargo, esto no significa que no se pueda hacer nada con ellas o que no se puedan encontrar formas de racionalizarlas. El punto es entonces ¿qué hacemos con esto que estamos sintiendo? Aprendiendo a reconocer los detonantes que disparan los celos es posible anticipar este tipo de sentimientos y de esa manera ponerlos en cuestión debilitando el poder de las ideas, facilitando el diálogo y permitiendo la comprensión del otro.

Siempre es oportuno resaltar la importancia que en este proceso tienen el amor y la confianza en el otro, porque cuando el vínculo es sólido y hay confianza es mucho más factible poner en duda las ideaciones que disparan los celos, reestableciendo el equilibrio y la armonía.



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Referencias: Ekman, P. : 2003 El rostro de las emociones  Edición digital: RBA Libros, S.A., 2017

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