Sobre las Caricias
Todos somos escultores
Numerosas corrientes psicológicas han hablado ya de la importancia de las caricias, tanto en el desarrollo del niño como en los adultos, pero ¿de dónde vienen estas afirmaciones? y ¿qué nos dicen en realidad?
Hace mucho tiempo un emperador romano, Federico II de Hohenstaufen, según algunas fuentes en su afán por conocer el lenguaje adánico del hombre, y que estaba seguro que era el hebreo; según otras fuentes, con el interés de formar soldados perfectos, carentes de todo tinte afectivo, realizó un experimento en el que reunió treinta recién nacidos y ordenó que fueran alimentados, cambiados y bañados con los mejores cuidados, pero sin ningún tipo de muestra de afecto por parte de las personas encargadas. Ninguno de los niños llegó a los tres meses de edad.
Más tarde, en la década del 40 en el siglo XX, el psicólogo René Spitz, en el marco de su investigación sobre la privación emocional, observó niños institucionalizados con que si bien tenían sus necesidades alimentarias y de higiene cubiertas, carecían de cualquier forma de comunicación afectiva. Entre otros resultados, los niños al cabo de un tiempo mostraban dificultades en su desarrollo integral y ausencia de lenguaje.
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Una de las frases de Alejandro Jodorowsky dice “Un día alguien te va a abrazar tan fuerte, que todas tus partes rotas se juntarán de nuevo”.
¿Qué son las caricias?
¿De qué nos habla exactamente todo esto? ¿Un abrazo también es una caricia? Tal vez es hora de definir a qué nos referimos cuando hablamos de caricias.
Por caricias no nos referimos únicamente al deslizar la mano sobre el otro. Una caricia es:
- una mirada,
- una palabra de aliento,
- una sonrisa,
- una canción de cuna,
- una crítica constructiva,
- un gesto afectuoso.
- Una caricia es esa forma que tenemos de reconocernos el uno al otro.
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Siguiendo esta idea, podríamos decir que todos somos escultores, puesto que aún cuando un niño nace y es alimentado y cuidado adecuadamente, requiere caricias. Un acariciar basado en el afecto y en el deseo de hacer de ese pequeño recién nacido un niño feliz, curioso, explorador del mundo y capaz de vincularse con los demás de la mejor manera. Una caricia que parte del reconocimiento y esto no sólo se aplica a los niños, sino que entre los adultos las caricias son estímulos igualmente necesarios.
Dice el Dr.Steiner, psicólogo que investigó y desarrolló su teoría de la Economía de caricias:
“Las caricias son tan necesarias para la vida humana, como lo son otras necesidades biológicas básicas como el alimento, el agua y el refugio; necesidades que si no se satisfacen conducirán a la muerte.”
Esto nos lleva indefectiblemente a replantearnos, cómo esto se ubica en una realidad en la que la virtualidad nos atraviesa desde todos los ámbitos modificando conceptos como el de encuentros, trabajo, estudio, etc. Es ingenuo pensar que los vínculos emocionales no se verían afectados por estos cambios.
Lo importante es no perder de vista la importancia del reconocimiento a través de la caricia, tanto en niños como en adultos. En cualquiera de nuestros vínculos. Y trabajar desde el amor para que ese tipo de estímulos no nos sean escatimados.
Habiendo llegado hasta aquí, y a modo de cierre, no puedo dejar de recordar un conocido youtuber que al despedirse lo hacía con “un abrazo psicológico”, tal vez sin tener en cuenta la importancia real que esas palabras conllevan.
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Referencias: Steiner, C. (1971) La Economía de Caricias.
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