¿Por qué es importante la regulación emocional? El poder del control de las emociones
Una breve historia sobre La Regulación emocional
Más de una vez hemos insistido en la importancia de regular nuestras emociones. La batalla principal ocurre porque las emociones deben aprender a regularse desde pequeños. y cuando esto no sucede siendo adultos todo se vuelve más complicado.
Es importante regular las emociones siendo adultos porque puede ocasionar problemas demasiado complicados, sin embargo es mucho más importante aprender a gestionar lo que sentimos desde pequeños porque esto nos habilitará para establecer vínculos saludables y manifestar nuestros sentires de forma adecuada.
A continuación dejamos un cuento muy breve que nos muestra como un papá intenta enseñarle a su hijo la manera en que las emociones mal gestionadas pueden afectarnos.
Cuida tu Carácter
Un día, un niño entró en su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto.
Su padre lo llamó, pero el niño siguió gritando irritado:
– ¡Papá! ¡Te juro que tengo mucha rabia!… Pedro NO debió hacer eso conmigo; por eso, espero que todo le vaya mal! ¡Lo odio! – gritaba el chico.
Su padre, que un hombre muy sabio, escuchaba con calma a su hijo, quien continuaba diciendo:
– Imagínate que me humilló frente a mis amigos. ¡No puedo aceptar eso! Ojalá se enferme para que NO vaya más a la escuela.
El padre siguió escuchando; se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa de donde cogió un saco lleno de carbón. Con voz calmada le pidio a su hijo que lo siguiera y lo llevó hasta el final del jardín. Dejó el saco en el suelo y le propuso a su hijo lo siguiente:
– ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero?
– Si – respondió el pequeño, aún molesto y malhumorado.
– Hazte la idea – continuó su padre – de que esa camisa es Pedro y que cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Arrójale todo el carbón que hay en el saco… hasta el último pedazo. Después volveré para ver como quedó.
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Al niño pareció gustarle la idea, se lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones, pero como el tendedero estaba lejos, pocos carbones acertaron la camisa. Cuando el padre regresó le preguntó:
– Hijo, ¿Cómo te sientes ahora?
– Cansado, ¡¡pero mejor papá!!… Mira, acerté algunos pedazos de carbón a la camisa. – dijo el chico satisfecho. El padre tomó al niño de la mano y le dijo:
– Ven conmigo, quiero mostrarte algo. – Lo llevó dentro de la casa y lo colocó frente a un espejo en el que pudiera ver todo su cuerpo… El niño, sorprendido, abrió sus ojos a más no poder ¡Qué susto! Estaba todo manchado y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento, al ver la expresión de su hijo, el padre dijo:
– Hijo, como pudiste observar, la camisa quedó un poco sucia, pero NO es comparable con lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que quieras o puedas perturbar la vida de alguien con tus pensamientos, los residuos y la suciedad siempre quedarán en ti.
Una gestión adecuada de las emociones hubiera permitido a este niño, en principio, reconocer que estaba enojado, también hubiera podido hablar con Pedro y explicarle lo mucho que le molestó la forma en que actuó frente a los amigos. De esta manera, quizás hubiera podido habilitar que Pedro comprendiera su actitud enriqueciéndolo. Incluso, al comprender su error, tal vez Pedro le hubiera dado una disculpa, que hubiera evitado el enojo. Pero fundamentalmente, el punto más importante es que, luego de conversar sobre lo ocurrido, el niño no hubiera cargado tanta ira y enojo dentro de sí mismo.
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Por todo esto, siempre vamos a sostener que es muy importante poder regular las emociones, eso es lo que marca la diferencia entre un carácter fuerte y un carácter débil. El carácter fuerte es aquel que tiene un sólido control del temperamento. El carácter débil, es aquel que no puede ejercer control sobre esos arranques emocionales, que no pocas veces nos conducen a hacer o decir cosas que realmente no queremos, o no sentimos.
CUIDA TUS PENSAMIENTOS, porque se transforman en palabras…
CUIDA TUS PALABRAS, porque se transforman en acciones…
CUIDA TUS ACCIONES, porque se transforman en hábitos…
CUIDA TUS HÁBITOS, porque moldean tu carácter.
¡¡Y CUIDA TU CARÁCTER, PORQUE DE ÉL DEPENDERÁ TU DESTINO!!
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