Sobre las formas de educar 

Sobre las formas de educar 

Sobre las formas de educar 

No es secreto que la educación está atravesando una situación un tanto complicada desde hace años, puesto que la sociedad ha cambiado, ha avanzado, se ha modernizado en diversos aspectos; se ha renovado en sus concepciones más profundas, pero la educación aún está en proceso de adaptarse adecuadamente a estos cambios. Uno de los ejemplos más notorios de este desfasaje podría ser el cambio en el concepto de familia, aún si estamos en una etapa superadora, seguimos detectando ciertas dificultades a la hora de reconocer los diferentes modelos de familia actuales con los que podemos encontrarnos en la escuela. Otro ejemplo de los cambios, y el que quizás ha costado más implementar en las escuelas, es la irrupción de la tecnología en la cotidianeidad.  

Sin embargo, hay algo que no se modifica, y es la relevancia que cobra en el proceso de aprendizaje el vínculo docente-alumno. No obstante, no podemos dejar de lado que se trata de un vínculo en el que ambos roles han avanzado hacia niveles absolutamente impensables en el siglo pasado. La concepción actual de docente y de alumno podría pensarse que aún está en etapa de formación ya que no es igual a la de antaño y definitivamente no será igual a la de un futuro no muy lejano. 

El doctor Fernando Sarráis, especialista en psiquiatría y profesor de la Universidad de Navarra, observa que así como encontramos diferentes modelos de crianza intrafamiliares podemos encontrar correlatos en los modelos educativos qué se establecen en el aula, específicamente en el vínculo docente-alumno. Así, partiendo de dos ejes -en uno de los cuales lo oposición es permisividad-restrictividad, y en el otro calidez–hostilidad- este profesional nos plantea cuatro tipos de vínculos que se establecen en el aula, entre docente y alumnos. Cuatro formas de educar, cuatro tipos de docentes. Podría explicarse en una matriz de 2*2 como la siguiente:

De esta manera, tenemos entonces, según Sarráis, que un docente que combina permisividad y calidez es aquel qué, más que educar, más que por enseñar los contenidos académicos al niño, se preocupa por su libertad individual, su desarrollo personal. Es un docente que se desempeña con escasas reglas, ausencia de vigilancia y sin demasiadas exigencias. Podríamos preguntarnos con este tipo de docente permisivo ¿qué pueden aprender los niños?

Por otro lado tenemos el docente que combina permisividad y hostilidad logrando una relación docente-alumno de tipo indiferente se orienta únicamente al contenido académico, dejando de lado el contexto psicoafectivo del niño. La indiferencia se orienta hacia todo lo que no es académico, que por supuesto forma parte del niño. Podemos preguntarnos también en este tipo de relación qué o cómo aprenden los niños y qué pasa con aquellos niños que por alguna situación psicoafectiva no pueden aprender.

Por otro lado, Sarráis nos habla del docente autoritario que es el docente que combina en su labor la hostilidad y la restrictividad. Este tipo de docente, apoyado permanentemente en las reglas y sin dar lugar al intercambio, o a la construcción de la regla en forma conjunta entre docente y alumnos, sólo las presenta de manera autoritaria, arbitraria y se presenta como el veedor del cumplimiento de las mismas, colocando al niño en la posición de obedecer sin posibilidades de objeciones o reclamos al respecto.

Por último, el autor va a hablar del estilo de docente autoritativo. Cabe aclarar que según la RAE este concepto no es sinónimo de autoritario. Autoritativo significa “Que incluye o supone autoridad”; mientras que autoritario implica “Que se funda o apoya exclusivamente en la autoridad”, incluso “Que abusa de su autoridad”.  Por esta razón el docente autoritativo (o los padres autoritativos) también son llamados democráticos. Este estilo de docente combina la calidez y la restrictividad. Según este profesional, es el estilo más positivo y recomendable para establecerse en el aula puesto que se afianza en una relación de conocimiento y reconocimiento del alumno, un abordaje integral en su totalidad, desde lo psicoafectivo, pero sin perder de vista la autoridad y las exigencias necesarias para alcanzar los objetivos propuestos y que el alumno logre el aprendizaje esperado.

Ahora bien, cuando el docente no nos cae bien, difícilmente podemos establecer un buen vínculo con el conocimiento que nos está transmitiendo. Aprender depende del vínculo docente-alumno. Podemos tener mucho interés en determinado conocimiento, pero si la persona que nos está enseñando no logra establecer con nosotros este vínculo especial de reconocimiento mutuo, difícilmente podamos aprender de la manera adecuada.

Cabe destacar que, así como en todos los ámbitos de nuestra vida el reconocimiento mutuo es lo que garantiza un vínculo saludable, la escuela no es ajena a esto y podría pensarse que en el marco de los cambios que se están viendo a nivel sociocultural en todas partes del mundo, educar desde este concepto -tanto en casa como en la escuela- garantizaría que la educación logre acompañar de una manera más eficaz los cambios acaecidos y los que vendrán, consolidándose como una forma positiva de formación integral. 

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Benicio
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