Sobre las formas de ayudar

<strong>Sobre las formas de ayudar</strong>

Sobre las formas de ayudar

“Todo lo que hagamos por los demás, 
en realidad, lo hacemos por nosotros mismos”

En cierta ocasión, los diversos miembros y órganos del cuerpo estaban muy enfadados con el estómago. Se quejaban de que ellos tenían que buscar el alimento y dárselo al estómago, mientras que éste no hará más que devorar el fruto del trabajo de todos ellos.
De modo que decidieron no darle más alimento al estómago. Las manos dejaron de llevarlo a la boca, los dientes dejaron de masticar y la garganta dejó de tragar. Pensaban que con ello obligarían al estómago a despertarse. Pero lo único que consiguieron fue debilitar el cuerpo, hasta el punto de que todos ellos se vieron en auténtico peligro de muerte. 
De este modo, fueron ellos, en definitiva, los que aprendieron la lección de que, al ayudarse unos a otros, en realidad trabajaban por su propio bienestar

Con frecuencia oímos en diversos espacios que “debemos ayudar al prójimo”. Nos enseñan solidaridad, nos enseñan a cuidar del más pequeño, del más débil, de quién más lo necesita. En algunas comunidades, incluso, se habla también de una buena acción diaria como meta a alcanzar.

Este tipo de ideas, que suelen transmitirse a los niños desde pequeños, por lo general cuando llegan a ser adultos y se topan con la sociedad adulta, encuentran que no se practica desinteresadamente sino de una manera egoísta. Como decimos más arriba: “todo lo que hagamos por los demás en realidad lo hacemos por nosotros mismos”, pero ¿qué significa esto? Bueno, pues… A grandes rasgos, podríamos sugerir que, ya sea que se posea la creencia de que “lo que damos nos vuelve doblemente”, o bien que “favor con favor se paga”, por lo general solemos pensar que si damos, seremos recompensados.

Si bien ayudar al otro es lo que se podría llamar “una sana costumbre”, esta forma de “ayudar” suele generar sentimientos bastante negativos en ambas partes de la ecuación. Por un lado, en la parte que ayuda, si no se recibe lo que se espera recibir, ya sea por parte del ayudado o por designio divino, aparecen sentimientos de frustración, de traición, de abandono. Por otro lado, en la parte que recibe la ayuda, se podrían generar sentimientos de deuda, presiones, sensación de ser coaccionado. Ambas partes entonces, entran en una espiral que puede conducir a no pedir ni aceptar ayuda de nadie, o a no ayudar a nadie de ninguna manera.

Podría pensarse, entonces, que la modalidad de “ayudar” que debemos cultivar es la “ayuda desinteresada” esa que no espera nada a cambio; esa que ni siquiera busca las gracias. Tal vez, deberíamos entender el ayudar como un trabajar en equipo. Quizás “ayudar” es poner nuestras capacidades, nuestros conocimientos, nuestro tiempo, nuestra fuerza. nuestra salud, al servicio del otro. Porque tenemos que recordar, que ayudar no es dar lo que nos sobra, es estar ahí para el que lo necesita y con aquello que el otro necesita.

Esto último es muy importante. Ayudar con dinero o alimento a una persona que solo necesita ser escuchada, ¿es ayudar? Tal vez el dinero y el alimento es algo que a la persona le viene muy bien, pero si lo que esa persona necesita de nosotros tan solo es un poco de tiempo para ser escuchada, ¿la estamos ayudando?. Este es un error común, en el que incurrimos con demasiada frecuencia, y es que cuando damos algo de nosotros mismos, desde nuestra posición, desde lo que tenemos, quizás en abundancia, no estamos teniendo en cuenta al otro y lo que necesita, sino lo que nosotros creemos que el otro necesita. 

Claro que no todos ayudamos de la misma manera. No todos tenemos las mismas posibilidades y no todos tenemos las mismas actitudes frente a determinada circunstancia. Cada quien, desde su lugar, desde su rol, cumple una función vital para el funcionamiento de la familia, de la sociedad, de la cultura. Somos órganos del cuerpo social y todos somos importantes para que el cuerpo social funcione correctamente solo tenemos que colaborar unos con otros cumpliendo nuestra función. Por esta razón es importante que sepamos que la forma correcta de ayudar, es no solo aquella que es desinteresada, sino que además, debería partir del reconocimiento del otro. Del reconocimiento de la diferencia, de comprender que el otro es diferente y que puede pensar, sentir, y tener necesidades diferentes a las nuestras. Y sobre todo, el reconocimiento del otro nos permitirá detectar que quizás no somos nosotros los indicados para brindarle ayuda.

Dejo por aquí otro escrito que nos permite reflexionar al respecto.

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Benicio
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