Lección de la mariposa 

Lección de la mariposa 

Lección de la mariposa 

Un día, un hombre sentado al borde del camino bajo un árbol, observó cómo la oruga de una crisálida de mariposa intentaba abrirse paso a través de una pequeña abertura aparecida en el capullo. 

Estuvo largo rato contemplando cómo se esforzaba hasta que, de repente, pareció detenerse y que había llegado al límite de sus fuerzas: no conseguiría ir más lejos. O así creía él. 

El hombre decidió ayudar a la mariposa: agarró una tijera y ensanchó el orificio del capullo. La mariposa, entonces, salió fácilmente. Pero su cuerpo estaba blanquecino, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre continuó observándola, porque esperaba que, en cualquier momento, sus alas se abrirían y estirarían y el insecto se echaría a volar. 

Nada ocurrió.La mariposa vivió poco y murió. Nunca voló, y las pocas horas que sobrevivió las pasó arrastrando lastimosamente su cuerpo débil y sus alas encogidas. 

Aquel caminante, con su gentileza y voluntad de ayudar, no comprendió que el esfuerzo necesario para abrirse camino a través del capullo era la manera que Dios había dispuesto para que la circulación de su cuerpo llegará a las alas, y estuviera lista para volar una vez hubiera salido al exterior. 

Este pequeño relato nos lleva a pensar en dos cosas muy importantes a la hora de relacionarnos con el otro. Por un lado, nos dice que cada cosa tiene su tiempo, que no es bueno apurarse, ni demorarse. Que lo que tiene que ser será en el momento justo. A veces simplemente no estamos listos, y está bien que así sea, porque en el momento indicado podremos entonces desplegar nuestras alas y volar. Solo en el momento indicado

Por otro lado, también nos revela que al momento de ayudar no debemos hacerlo desde lo que nosotros consideramos que la otra persona necesita. Las percepciones no son iguales entre las personas y frecuentemente lo que pensamos que alguien necesita, no es lo que realmente necesita. La única forma en que verdaderamente estaríamos ayudando es conociendo primero cuáles son las necesidades a cubrir, y luego sí, ayudar. A veces solo alcanza con hacerle saber al otro que estamos ahí. 

Es importante tomarnos el tiempo para conocer a quienes nos rodean, para entenderlos y para acompañarlos en sus metamorfosis, con la paciencia suficiente para aguardar el momento indicado y con la mano extendida para ayudar cuando sea necesario.




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Benicio
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