La Leyenda del Hombre caimán

La Leyenda del Hombre caimán

La Leyenda del Hombre caimán

En el extremo noreste de la región del Magdalena, en un pequeño pueblo llamado Plato, vivió un hombre conocido como Saúl Montenegro, pescador mujeriego, que engatusaba mujeres para satisfacerse. Entre su lista de queridas, como coloquialmente se le dicen a las amantes en Colombia, oscilan aproximadamente más de 30  mujeres. 

Saúl era un hombre con fetiches estrafalarios, que fueron creciendo con el paso del tiempo. Todo inició un día, que por accidente, observó una mujer desnuda, que se bañaba a la orilla del río llamado “Caño Mujeres”, no pudo parar de verla y fue allí donde todo comenzó. El inicio y final de Saúl Montenegro.

Empezó a frecuentar el río en las horas de baño para las mujeres del pueblo, pero rápidamente era abucheado y sacado por aquellas que lo veían, con amenazas de muerte que cumplirían sus padres y  esposos. Sin embargo, su deseo fue más grande, el impulso de su retorcida mente fue incontrolable, y las amenazas no fueron suficientes, se escabullía  y escondía tras arbustos y piedras para ver a las mujeres.

Una de las jóvenes que logró darse cuenta de su asqueroso rostro pervertido fue, Lina Roque hija de Don Roque, inabordable y severo comerciante encargado de controlar el orden del pueblo. El hombre le dio un último aviso, que de no cumplirlo, sería condenado a muerte y fusilado en la plaza central.

Pasaron los días, y su instinto obstinado no podía detenerse. Así que decidió visitar un chamán en la alta guajira, quien le dió dos pócimas, una de ellas era color verde y aspecto viscoso que le permitiría cumplir su retorcido capricho convirtiéndose en caimán para pasar desapercibido en medio del río. El otro brebaje era color rosa, brillante y muy ligero, y era capaz de volverlo a su forma original, su aspecto humano. 

Su juego perduró un largo tiempo, era uno de sus amigos de parranda quien le ayudaba en su transformación. Pero en un terrible día, Saúl contactó a su amigo para pasar una típica tarde en el río, pero al amigo le fue imposible acompañarlo. Desesperado invitó a otro amigo, uno incrédulo y curioso por comprobar las historias de Saúl.

Estando en el río, Saúl y su amigo se dispusieron a hacer la transformación, Saúl tomó unas gotas de la pócima verde y de inmediato su figura cambio, el amigo no lo resistió. El asombro y temor de ver el gigante animal de garras afiladas, piel escamada y ojos amarillos fue mayor y salió corriendo derramando todo. Solo unas cuantas gotas de la sustancia rosa cayeron en el rostro y pecho de Saúl, lo que le permitió volver a su forma original, siendo esta su parte humana y todo el resto era caimán.

Su madre solía verlo y alimentarlo después de su condena, en ocasiones hablaba con él. Entre llanto y sollozos una de esas tardes rogó a su madre que buscara el chamán y le pidiera la pócima. La señora madre, compasiva y amorosa, le cumplió el deseo a su hijo. 

A los pocos días la madre viajó a la guajira, llegó hasta la ranchería del famoso chamán, pero con sorpresa y dolor recibió la noticia de la muerte del brujo piache. Esto no fue suficiente para la inquieta madre. Luchó incansablemente tratando de recrear la posición con otros hechiceros, pero ninguno pudo hacerlo, pasaron los años y en desconsuelo murió.

Cuentan que en noches de luna llena se escucha al hombre caimán clamar por el regreso a su humanidad, sin embargo nunca logró librarse de tan inquebrantable condena. Tras el desprecio y repudio, nado hasta Barranquilla donde vive actualmente. Dicen que en las noches frías, tras lamentos, aparece en las orillas y les dice a los varones que no hagan lo mismo que él.

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Benicio
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