Historias de amor
Orfeo y Eurídice
Luego de muchas aventuras, Orfeo regresa a Tracia y en el bosque conoce a Eurídice, una ninfa del bosque. Ambos se enamoran y se casan. Viven en el palacio pero de todas formas ella sigue tomándose tiempo para visitar su bosque.
Una tarde en que la joven va a visitar a las otras ninfas, se encuentra con un cazador que perseguía a un pequeño ciervo. El hombre le pidió indicaciones, pero ella se negó a precisar el rumbo que el animal había tomado. El cazador se mostró muy enojado y se presentó como Aristeo, dios de los cazadores, y exigió un beso de Eurídice para disminuir su ira. Ella se volvió a negar, y huyó rápidamente. El hombre la perseguía y ella en su desesperación no se percató que había una serpiente en el camino y ésta, al sentirse amenazada, la mordió.
En el palacio, y habiendo transcurrido varias horas, Orfeo ya comenzaba a preocuparse por la demora de su amada y envió a los soldados a buscarla. Poco después ellos regresan con el cuerpo sin vida de la joven. Orfeo apenas podía creerlo. Consternado, tomó su lira y comenzó a tocar las canciones más tristes y a cantar de forma tan dolorosa en las orillas del río Estrimón, que todas las ninfas y los dioses lloraron con él amargamente la pérdida de Eurídice.
En medio del desconsuelo, le sugirieron que descendiera al inframundo, y él que ya no podía con su tristeza decide ir por ella al Hades y traerla de nuevo a la vida. Emprende el viaje solo con su lira. Llega al rio Estigia, el barquero Caronte es el encargado de llevar a los muertos al infierno, pero al oír tocar a Orfeo no puede evitar conmoverse y acepta llevarlo.
Al llegar al otro lado se encuentra con el can Cerberos, que es un perro con tres cabezas. Orfeo vuelve a rasgar su lira y el animal sucumbe también a la música exquisita de la lira. Finalmente llega hasta Perséfone, esposa de Hades, reina del infierno. Y le hace el pedido. Ella decide permitir a Eurídice que regrese con Orfeo a la vida, pero establece una condición: Si Orfeo decide mirar a su esposa antes de que haya salido completamente del inframundo a la luz del día, Eurídice regresará al infierno para siempre.
Orfeo acepta y se reúne con su esposa. Los amantes comienzan a transitar el camino de regreso. atraviesan el río Estigia y luego de un extenso pasadizo finalmente saldrían a la tierra. En numerosas oportunidades Orfeo estuvo tentado a voltear hacia su amada. Para ver si aún estaba detrás de él, y no había sido engañado por un demonio, pero se contuvo hasta que estuvo fuera.
Cuando el primer soplo de aire de vida entró en su cuerpo, Orfeo volteó sonriendo feliz hacia su esposa. Pero Eurídice, que aún no había dado ese último paso que la sacaba del inframundo a la luz del sol, se desvaneció ante la mirada desesperada de Orfeo. Estaba vivo, o eso parecía, porque al desvanecerse su esposa, la mitad de él se fue con ella. Solo le quedó la tristeza. No volvió a sonreír y sus canciones fueron desde entonces lo más triste que hubo sonado alguna vez sobre la tierra. No. Ya no estaba vivo, estaba esperando el momento de su muerte, para reencontrarse con su adorada Eurídice.
Algunas voces sostienen que luego de fundar su religión (el orfismo) tuvo una muerte misteriosa. Se comenta que muchas mujeres enamoradas del poeta, lo persiguieron queriendo ser sus compañeras, pero él se negó por amor a Eurídice. Las mujeres tracias no comprendían por qué las rechazaba, y lo seguían. Él intentó escapar por el bosque pero ellas lo alcanzaron y furiosas destrozaron sus ropas y su cuerpo.
Con su cuerpo destrozado, su alma se liberó y emprendió el camino hacia su amada. Y en el inframundo, Orfeo y Eurídice, finalmente unidos, deambulan canturreando al amor, a ese amor que trasciende la vida y la muerte.

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