Un día… No pasaba nada 

Un día… No pasaba nada 

Un día… No pasaba nada 

Antes de abrir los ojos, siempre inspiro su esencia. ¡Dios! ¡Qué paz me da sentirla a mi lado! 

Aún no había amanecido. Yo sabía que ella tenía planeado cambiar sus rutinas y la verdad no estaba seguro de qué manera eso podría afectar nuestros despertares, pero en ese momento de lo que sí estaba seguro era de que no pensaba dejarla ir… por lo menos hasta que sonara la alarma.

Como siempre dormía de lado al alcance de mi mano. Me acerqué a ella y la abracé fuertemente. Su calor y el mío se mezclaron, su cuerpo y el mío perdieron los límites por un momento.

Cerré mis ojos de nuevo y suspiré. “¿qué pasa?” preguntó ella. Me sorprendió. ¡Estaba despierta! Hice a un lado su cabello y besé su cuello. “No pasa nada amor”, le dije mientras la acariciaba. Ella se movía, disfrutaba y yo adoro cuando disfruta, sus gestos son tan sensuales. Sus movimientos, sus sonidos. Todo de ella me vuelve loco… ¿Cómo es que lo hace? 

Volteó hacia mí y se enredó con sus brazos a mi cuello y con su pierna a mi cintura. Me dio los buenos días y me besó con dulzura. Me apretó con fuerza contra ella. “¿Que pasa amor?” pregunté. “No pasa nada” dijo y me besó de nuevo.

Me sonrió, tomó mi rostro con sus manos y me dio varios picos. Siempre me hace sonreír. Se deslizó sobre mí para levantarse. Adoro que lo haga, aunque me deje absolutamente alborotado… 

Ella salió del cuarto y yo me quedé en la cama.

Suspirando

Suspirándola

Cerré mis ojos y me pregunté si acaso ella tendría idea de lo mucho que la amo.

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Benicio
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