Un día… En la cocina
Esa mañana mientras esperaba en la cocina que se caliente el agua para el mate, miraba el celular apoyado en la mesada, entonces ella se acercó sonriendo.
Caminó muy despacio. Me hizo sentir tanto deseo en esos escasos segundos hasta que llegó a mi. Se paró frente a mí, entre mis piernas. Pegó su cuerpo al mío, y el mio celebró el acercamiento casi obscenamente.
Con sus brazos alrededor de mi cuerpo, apoyó su cabeza en mi pecho. Mi manos en su espalda, subiendo y bajando lentamente. Mis dedos peinaban suavemente su cabello. Ella cerró los ojos… Sonreí. Le dije en voz baja “Sí mi vida, mi corazón late para ti, pero… Como bien sabes… Para recargar energías necesito tu boca”.
Entonces levanté su rostro hacia a mi y la miré a los ojos… Miré su boca, tan hermosa. La acaricié con mi pulgar, es tan suave… Y me acerqué hasta que mis labios finalmente alcanzaron los suyos, logrando esa perfección que solo ella y yo conocemos… Ah!… Dios!…. La magia que desata un beso suyo es absoluta….
Separó sus labios de los míos y sonrió, volviendo a mi pecho… Mis brazos la abrazan nuevamente. El agua hervía, pero me sentí incapaz de interrumpir ese instante.
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