Un día… Ella fue mi mejor medicina

Un día… Ella fue mi mejor medicina

Un día… Ella fue mi mejor medicina

Abrir los ojos y ver que la luz del nuevo día se cuela por la ventana es motivo de agradecimiento. Volver a cerrar los ojos y percibir su aroma es estar en la gloria. Pero escuchar el sonido de las alarmas indicando que la noche ha terminado y comienza el nuevo día… era algo que no quería para ese día. Me estiré sobre ella y las apagué antes de que suenen.

La observé deseando que haya tenido una buena noche, y que haya podido dormir bien. Aunque también pensé que debería estar cansada. Pasó tanto tiempo con sus manos en mi cabeza buscando aliviarme… que apenas podía imaginar cómo de agotada debía estar.

Me abracé a su cuerpo, apoyando mi cabeza en su pecho. La noche anterior necesité tanto que me abrace, me toque y me acaricie, que después de bañarme, me acosté y me escabullí casi con desesperación entre sus brazos.

Esa mañana estaba más tranquilo y menos dolorido. Es que ella es mi mejor medicina. Solo quería dormir a su lado un rato más. Esa paz que me da es lo que necesitaba en ese momento. Aunque la noche anterior no había sido muy agradable, el ruido en mi cabeza no había podido silenciarlo con nada. Cuando finalmente pude dormirme, sus manos se relajaron y se durmió también. Y ambos logramos dejar de pensar al menos por unas horas. 

Solo los latidos de su corazón pueden calmar los míos. Era domingo… Dios!…. solo un rato más… En verdad deseo que ella tenga un buen día… pero…en ese instante solo podía pensar en que el día empiece un poquito más tarde…

Solo quería que me abrace.

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Benicio
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