Un día… Comida sana
La mujer que cocina en el trabajo, me dijo “hoy comidita sana” y no sé qué era pero todo era de color verde… Acelga y no sé que mas… No sabía realmente que había tantas plantas para comer. Y menos en esta época… ¿no es que se caen las hojas?
Quería decirle “Doña María, ¿dónde está la enjundia?” Pero no dije nada ¿Quién come verduras en invierno? ¡Por dios! Bueno, no quería cocinar más tarde. Y la verdad es que en mi mente no tenía otra cosa que no sea ella… Y no solo porque sabía que ella estaría feliz viéndome frente a ese plato de comida, sino porque realmente la extrañaba.
Solo pensaba en pararme frente a ella, mirarla a los ojos. Extender mi mano y dejar que las puntas de mis dedos se deslicen entre su cabello, mientras mi palma se apoya en su rostro.
Ella, cerrando los ojos. Yo acercándome aún más y mi pulgar acariciando sus labios lentamente. Mi pecho rozando sutilmente el suyo.
Y me mira.
Me hechiza.
Me estremece.
Sonríe.
Me inclino hacia ella. Sus brazos me envuelven. Mis labios cubren los suyos. Y luego sus labios cubren los míos.
“Mmmm” murmura. Mis manos bajan por su espalda y la acercan a mi cuerpo. Siento sus manos escabullirse por debajo de mi camisa.
Tiemblo de deseo.
Retengo suavemente su labio entre los míos. Mientras mi cuerpo se pega al suyo.
Me siente.
Mi lengua se desliza por el borde interno de su labio superior, sus dedos se hunden en mi espalda. Mi lengua invade lentamente su boca y luego la suya me posee por completo.
Exhala.
Exhalo.
Mi mano sube por su espalda, hasta su nuca, se mete entre sus cabellos, me alejo apenas unos centímetros. Sus ojos se abren nuevamente.
Sonríe. Muerde su labio inferior.
Me inclino nuevamente hacia ella. Beso su nariz. Peino su cabello con mis dedos. Mientras apoyo mi frente en la suya y vuelvo a cerrar mis ojos.
Agitado… Casi sin aliento le susurro “Te Amo”. Sus brazos se enroscan alrededor de mi cuello.
Y así… Pensándola… De pronto y sin darme cuenta, había terminado de comer.

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