Ulises y Calypso

Ulises y Calypso

Ulises y Calypso

Cuando se produjo el rapto de Elena, Menelao viajó a ítaca a buscar a Ulises para que con sus hombres se sumara al viaje de rescate. En un principio, el rey de Ítaca, se negó, pero finalmente terminó aceptando. Lo que nunca imaginó es que terminaría metido en una guerra, la Guerra de Troya,  y que ésta duraría diez años, llegando a su fin gracias a la  trampa del Caballo de Troya que él mismo diseñó; y es que, nuestro héroe, era reconocido por su astucia y su inteligencia por eso siempre era convocado y consultado en cosas importantes. 

Terminada la guerra, Ulises en lo único que podía pensar era en regresar a Ítaca con su esposa y su hijo, volver a su vida tranquila y a su paz. Entonces, emprendió el viaje de regreso, sin imaginar que éste duraría otros diez años más. Resulta que se encontró con Polifemo, el cíclope hijo de Poseidón, el rey del mar, y luego de una disputa, Ulises lo dejó ciego. Poseidón desató toda su ira y sabiendo que lo que Ulises más quería era regresar a su hogar, demoró su regreso con complicaciones y trampas que solo buscaban que Ulises perdiera su memoria y olvidara cuál era el sentido de su vida.

Fue así, que pasando por la isla de Ogigia, la nave Ulises naufragó y se ven obligados a interrumpir el viaje para acondicionar el barco. En esa isla vivía la diosa Calipso. Como toda diosa estaba dotada de belleza, perfección, juventud e inmortalidad. Destilaba sensualidad y al ver a Ulises desembarcar en sus costas, quedó profundamente enamorada de él.

La isla era un paraíso, tenía todo lo que un hombre podría desear. Manjares deliciosos, un clima sumamente acogedor, paisajes maravillosos y cientos de ninfas sumamente irresistibles. Calipso le ofreció todo a Ulises, todo lo que podía encontrar en la isla, la inmortalidad, incluso su propio lecho. Pero Ulises solo podía pensar en regresar a Ítaca. 

La diosa entonces, dispuesta a hacer lo que sea para que él permanezca a su lado, lo entretiene con todos los placeres que un hombre podría disfrutar, haciendo que el viajero pierda la noción del tiempo. Así, logró retenerlo por siete años, y le dio dos hijos Nausítoo y Nausínoo. Pero para él solo habían pasado unos pocos días. Satisfecha Calipso sentía que Ulises le pertenece, pero ignoraba que cada día, al caer la tarde él subía un peñasco donde lloraba amargamente la tristeza de no estar en su casa.

La diosa Atenea escucha el llanto de Ulises y, como es su protectora, consigue que Zeus envíe a Hermes a pedirle a Calipso que libere al prisionero. Cuando El mensajero llega a la isla de Ogigia  y la entrega a calypso su mensaje la diosa entra en cólera  y sabiendo que está forzada a obedecer,  decide hacer un último intento,  le ofrece a Ulises la juventud eterna. Si se quedaba con ella jamás envejecería,  ese era el regalo que un mortal jamás rechazaría. Pero Ulises no era un mortal como otros y en su corazón el anhelo por regresar a su hogar con su familia era mucho más poderoso. Declinó la oferta de Calypso  y aunque ella estaba profundamente dolida, cumplió la orden de los dioses y le proporcionó los materiales para construir una embarcación nueva, provisiones para su viaje y las indicaciones del camino a seguir.

Ulises Partió finalmente no muy convencido porque tenía que pudiera ser una trampa puesto que ella lo había tenido prisionero durante tantos años.  No obstante,  en lo único que podía pensar, lo único que tenía al frente era Ítaca, su casa, su esposa, su hijo. La diosa Calipso por su parte, Lejos de tener un final feliz,  pasó mucho tiempo anhelando el regreso de  su amado. Algunos dicen que lo esperaba en las Arenas de la playa con el corazón afligido.  Otros, en cambio, sostienen que la hermosa diosa sucumbió a la tristeza y terminó quitándose la vida.




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