Sobre los preconceptos: “Todos los hombres son iguales”

Sobre los preconceptos: “Todos los hombres son iguales”

Sobre los preconceptos

“Todos los hombres son iguales”

Cierta noche, estando dormida, vio a un cazador que había extendido las redes por el suelo y esparcido a su alrededor granos de trigo. Después se sentó en sus cercanías. En seguida acudieron a las redes pájaros de todas clases. Entre éstos había dos palomos, macho y hembra. Mientras estaba contemplando aquello vio que la pata del macho se enredaba en la red, y que el animal empezó a agitarse. Se alejaron todos los pájaros, pero su hembra volvió hacia él, y después de haber volado un poco por encima, descendió sobre la red mientras el cazador estaba distraído y empezó a picotear la malla en la que estaba preso el pie del macho y a tirar de ella con su pico, hasta que dejó libre la pata. Todos los pájaros —los palomos incluidos— se alejaron.

El cazador, después de esto, se acercó, arregló la red y se puso a esperar en un lugar lejano. Apenas se había marchado cuando los pájaros volvían a descender. La red aprisionó a la hembra, y todos los pájaros la abandonaron, incluso el macho, que no regresó al lado de ella. El cazador se acercó, cogió a la hembra y la degolló. Dunya se despertó sobresaltada por lo que había visto en sueños, y exclamó: “¡Todos los varones son como éste! ¡Ningún hombre quiere bien a las mujeres!”

Este es uno de los cuentos de
 Las mil y una noches

Refranes como “el que se quema con leche, ve una vaca y llora”, “para muestra basta un botón”, y otros del mismo estilo, se refieren a esta tendencia a universalizar. A poner en todos (todos los hombres, todas las mujeres, etc.) las mismas características solo porque en alguna ocasión alguien las ha exhibido frente a nosotros. 

De esta manera, caemos en expresiones, como “todos los hombres son iguales”, “todas las mujeres son histéricas”, etc. 

Este tipo de generalizaciones, que suelen hacerse en tono de bromas, muchas veces funciona como preconcepto. Un preconcepto es una idea preconcebida, es algo que ya tenemos en la mente. Como un prisma desde el cual miramos y juzgamos. 

Esto indica que se manifiesta como un sesgo, impidiéndonos formar una idea adecuada de la persona que tenemos delante. No nos tomamos el tiempo de conocer al otro, simplemente ya asumimos que es igual a aquella otra persona que conocimos antes, y que nos lastimó, o que nos hizo mucho bien. Porque es menester aclarar, que suele suceder que pensamos que alguien es confiable simplemente porque está en determinado grupo, o hace determinada tarea.

Es importante tener presente que una persona es como es por sus características personales, su historia, sus vínculos, su deseos, sus fantasías. Y difícilmente dos personas sean iguales. Lo cual nos permite una frase universal, que no por atrevida deja de ser interesante tenerla en cuenta: “todos somos únicos”. Esta maravilla que nos ofrece la naturaleza, es lo que nos tiene que marcar el rumbo. Nunca esta persona que conocemos hoy, será “igual” a alguien que conocimos en el pasado.

Sin embargo, aprender a conocer al otro cuando venimos algo golpeados por la experiencia no es sencillo y en ocasiones da miedo. No hay que dejarnos llevar por estas historias vividas, sí es necesario aprender de ellas, para que llegado el momento, podamos detectar eso que no queremos repetir. 

Pero no podemos dejar que esas viejas heridas del pasado nos impidan conocer a esa persona que tenemos ahora frente a nosotros. Nada garantiza que esta nueva persona no vaya a herirnos también, pero tampoco podemos estar seguros de que vaya a hacerlo. Quizás, y sólo quizás, esta vez sea la persona indicada para acompañarnos el resto de nuestras vidas. ¿Vamos a perdernos esa oportunidad?

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Benicio
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