Sobre las Redes Sociales y su incidencia en la Salud

Sobre las Redes Sociales y su incidencia en la Salud

Sobre las Redes Sociales y su incidencia en la Salud Mental

Las redes sociales llegaron para acortar distancias. En un principio nos sorprendió encontrarnos con ex compañeros de la escuela primaria, o de la secundaria que quizás ya no estaban aquí en el país, que tal vez hacía años que no nos veíamos, o no sabíamos nada el uno del otro. Parientes que viven en regiones alejadas, de pronto, a través de las redes sociales podían ponerse en contacto con nosotros, de alguna manera, reencontrarnos. En definitiva, podíamos jugar a que las distancias no estaban, no existían.

El arribo de la pandemia, con los aislamientos, las cuarentenas, los riesgos de contagio en los encuentros, la prohibición de las reuniones, etc., incrementó la utilización de las redes sociales; ya no solo para acortar distancias con aquellos seres queridos con los que físicamente no podíamos encontrarnos; las redes sociales se instalaron como herramienta de trabajo, de educación, de salud y entretenimiento. Y abrieron, de esta manera, las alas abarcando casi todos los espacios de nuestras vidas.

Actualmente, y en medio de una especie de vuelta a la normalidad, nos encontramos con que las redes sociales ocupan, mejor dicho, roban gran parte de nuestra vida. Se adueñaron de un espacio que les dimos en un momento crítico y ahora necesitaríamos recuperarlo. 

Sin embargo, resulta que, aún cuando en estos momentos no hay restricciones de encuentros, reuniones, viajes, tenemos una situación global tan difícil, tan intolerable para muchos qué las redes sociales se han vuelto una vía de escape de una realidad altamente abrumadora. Y nosotros creemos que nos estamos entreteniendo, que nos estamos despejando. Que estamos haciendo algo bueno con nuestra salud, invirtiendo nuestro tiempo en esos espacios virtuales. No obstante, una investigación de este mismo año indica que la exposición prolongada a plataformas como Facebook, Tiktok, Twitter e Instagram pueden favorecer la aparición de signos de depresión y de deterioro en la salud mental de los usuarios.

Paracelso, allá por el siglo XVI dijo sabiamente: “Todo es veneno y nada es veneno, sólo la dosis hace el veneno“. Con esto quería decir que determinada dosis podría resultar en remedio, mientras que una dosis diferente podría resultar perjudicial. Parece ser que con las redes sociales sucede algo similar. En esta investigación que mencionaba, los científicos pretendían averiguar cuál era el resultado que podría encontrarse al reducir la exposición a las redes sociales. Los resultados fueron muy claros: la abstención de redes sociales como por ejemplo Tiktok, implicó una reducción en la sensación de ansiedad, y de síntomas de depresión, como así también mejoró la sensación de bienestar.

Esto nos habla, principalmente, de la necesidad de recuperar el tiempo que invertimos en redes sociales virtuales y emplearlo en alimentar nuestras redes sociales reales, es decir familia, amigos, afectos. Sí bien la realidad con frecuencia exige un poco de de aire fresco, de distracción; este tiempo debe ser distribuido entre las plataformas mencionadas y los afectos, priorizando siempre los afectos.

Aplicaciones como Tiktok, por ejemplo, son altamente adictivas y cualquiera puede notarlo porque el tiempo pasa sin que uno se dé cuenta. Necesitamos recuperar ese tiempo que estamos invirtiendo, erróneamente, en algo que creemos que nos está despejando y distrayendo de una situación que nos resulta insoportable, dura, difícil y pesada. 

Necesitamos entender que los límites los tenemos que poner nosotros. Somos nosotros los que tenemos que tener el control de nuestro tiempo, de nuestra vida, de nuestra salud mental, de nuestro crecimiento psicoemocional, que por cierto, no está en las redes sociales.

¿Cómo podemos hacerlo? Pues, un buen comienzo sería poner un horario para revisar las redes sociales; por ejemplo, una hora al mediodía, una hora a la noche y luego respetarlo. 

El punto es que entendamos que todo, en su justa medida, puede sernos realmente beneficioso; siempre que no nos ocupe el tiempo de lo que realmente nos hace bien, de lo que realmente nos alimenta el alma, el espíritu, el intelecto, emocional y efectivamente. Seamos conscientes y pongamos nuestra energía dónde debe estar.

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