Sobre las discusiones

Sobre las discusiones

Sobre las discusiones

“Trátense como al principio y nunca habrá final”.

Cuando se habla de una discusión, por lo general, lo primero que viene a la mente son dos o más personas gritando, dado que la discusión suele estar asociada a lo violento o lo agresivo. Sin embargo, etimológicamente, el término discusión viene del latín ‘discussio’ y significa “acción y efecto de analizar o defender un punto de vista”. Otras acepciones podrían ser, por ejemplo: “Examinar y tratar [entre varias personas] un asunto o un tema proponiendo argumentos o razonamientos para explicarlo, solucionarlo o llegar a un acuerdo acerca de él.” Incluso “Defender [dos o más personas] opiniones o intereses opuestos en una conversación o un diálogo.”

Si algo tienen en común estas formas de definir el concepto es que se trataría de un intercambio de ideas donde se defiende un determinado punto de vista. Algo que se puede encontrar en todos los ámbitos de interacción humana y, dicho sea de paso, es esperable y enriquecedor para las partes intervinientes.

En el espacio de los lazos afectivos las discusiones parecen ser más intensas y dolorosas y eso hace que se las viva muchas veces como violentas o agresivas. La razón por la que suelen percibirse de esta manera las cosas es porque las palabras de quienes forman parte de nuestro entorno más íntimo tienen mucho más peso por el solo hecho de provenir de personas vinculadas a uno emocionalmente.

De esta forma algo que debería ser un simple intercambio de ideas puede terminar hiriendo profundamente a alguien. En los vínculos de sangre (padres, hermanos, hijos) suele ser el tiempo el que va limando las asperezas, porque hay una historia común que ejerce su peso. 

Pero en la pareja las cosas son más difíciles, ya que se trata de dos personas, provenientes de diferentes historias que deciden entablar un camino juntos. Comprometidos, en el mejor de los casos, planteando y llevando a cabo diferentes proyectos compartidos con una meta común, pero también con algunas ideas muy diferentes respecto de determinadas cosas. Muchas veces las discusiones en una pareja pueden erosionar los cimientos sobre los que se ha erigido la unión, principalmente cuando hay pérdida de control, ausencia de respeto y cuando se deja de reconocer en el otro a la persona amada para ver tan solo a un oponente.

Es por esto que a la hora de iniciar un intercambio de ideas en el seno de la relación conyugal es fundamental no perder de vista algunas cosas:

  • en primer lugar, a quien se tiene delante; seleccionar las palabras a decir es menester a efectos de que ninguno resulte herido, no hay que perder la capacidad de reconocerse desde el amor y no desde el odio o la competitividad.
  • En segundo lugar, es necesario resaltar la importancia del respeto; el mismo respeto que se tienen desde el principio es el que debe mantenerse aún a pesar de las diferencias, la violencia en ninguna de sus formas es admisible en un ambiente de amor y entendimiento.
  • En tercer lugar, se debe postular la relevancia de la cercanía; sentarse uno junto al otro, en lo posible sin perder el contacto; es decir, tomarse las manos, mirarse a los ojos, usar un tono de voz cálido. El objetivo siempre será sostener un clima armónico, amoroso y de respeto mutuo en el que ambos puedan defender sus ideas sin agravios ni heridas. 

Hallar el equilibrio en ocasiones no es sencillo, pero tampoco es imposible. El proyecto de vida conjunto es lo que marcará el camino, el compromiso adquirido por ambos los llevará a buscar la forma de solucionar el conflicto; y finalmente el amor en la pareja es lo que permitirá encontrar el equilibrio; cediendo en algunos casos; aceptando, en otros, pero siempre a sabiendas de que ambos buscan lo mismo y, fundamentalmente, que quieren alcanzarlo juntos.




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