La leyenda de Polaris y sus tres esposos
Polaris es la estrella más brillante de la constelación la Osa Menor. Cerca de ella existen otras tres estrellas que fueron sus esposos.
La historia nos cuenta que llegada a una cierta edad, la princesa Polaris ya debía casarse, según el mandato de su padre. A la convocatoria acudieron tres jóvenes los tres solicitando la mano de la princesa en matrimonio. Luego de que se presentaran, el hombre consideró que los tres eran merecedores de la mano de su hija, pero no fue capaz de elegir entre ellos al mejor esposo, por lo que dejó que fuera ella quién tomara la decisión.
La joven al conocer a los candidatos, decidió sin dudar que se casaría con los tres. Su padre estaba horrorizado, por supuesto, no podía aceptar esa decisión de su hija. Entonces diseñó una competencia en la cual los tres jóvenes debían ir por el mundo y traer un objeto maravilloso como obsequio para Polaris. Aquel que trajera el objeto más extraño y más maravilloso sería El Elegido.
Los tres jóvenes partieron dispuestos a conseguir el objeto más maravilloso para obtener la mano de la princesa el matrimonio. El primero de ellos, Phecda, se encontró con un anciano cerca del mar que le obsequio un espejo. Era un artefacto muy muy muy muy antiguo, según el viejo, extraído desde los confines del océano y que tenía la particularidad de permitir ver todo aquello que el dueño quisiera ver. Satisfecho con el obsequio, Phecda se encaminó al sitio en el que acordó encontrarse con sus compañeros.
El segundo pretendiente, Thuban, en el camino se encontró con un anciano curandero que lo acogió unos días y luego de conocer la historia y el motivo del viaje, le obsequió al joven una planta milagrosamente curativa. Según el anciano, las hojas de esta planta tenían la facultad de devolverle la vida a los muertos. Satisfecho con el obsequio, Thuban emprendió el camino hacia el sitio en el que acordó encontrarse con sus compañeros.
El tercer pretendiente, Kochab, en su camino llegó a la orilla del mar y mientras decidía el rumbo a seguir, observó con sorpresa que dos cofres se acercaban, flotando, a la playa. De uno de ellos salieron un montón de personas y del otro sacaron sus pertenencias. El último pasajero en descender del cofre le ofreció a Kochab comprarlos, explicando que tenían la habilidad de transportar a su dueño, en muy poco tiempo, al lugar al que quisiera ir. Kochab aceptó gustoso compró los cofres y emprendió la vuelta hacia el sitio en el que acordó encontrarse con sus compañeros.
Una vez que los tres se encontraron en el sitio señalado, se mostraron los obsequios que traían, Y los tres palidecieron cuando, en el espejo antiguo de Phecda, vieron que Polaris estaba muerta. Sin dudarlo se subieron en el cofre más grande y llegaron en breve junto a la joven. Su padre estaba desolado a punto de sepultarla, cuándo Thuban acercó a los labios de la muchahcha las hojas molidas de la planta que le habían obsequiado. Minutos después Polaris abrió los ojos sonriente.
Todo el mundo se regocijo porque la princesa Polaris había vuelto a la vida y su padre le entregó la mano el matrimonio a Thuban, Pero los otros dos pretendientes se opusieron, puesto que sin el espejo no hubieran sabido ver estado de Polaris y sin el cofre no hubieran podido llegar a ella tan pronto para salvarla. El padre de Polaris estaba confundido ¿qué debía hacer?
Entonces Polaris volvió a sonreír y le dijo a su padre con felicidad: “Ya ves papá, necesitaba a los tres”.
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