La leyenda de las Cataratas del Iguazú.
Entre el límite de suelo argentino y el estado de Paraná, Brasil, se encuentran una de las siete maravillas del mundo, las cataratas del Iguazú. Allí en la “Garganta del diablo” en el río Iguazú, se esconde una historia de odio, muerte, traición, terror y amor.
Cuenta la leyenda que en el río Iguazú vivía secretamente una monstruosa y gigante serpiente llamada “Boi”. Era un reptil maquiavélico que desbordaba de maldad pura. Todo el pueblo indígena estaba a sus pies y hacían lo que ella les pedía. Los aldeanos una vez al año, le tenían que entregar una ofrenda a Boi. Le tenían que entregar a la doncella más bella del momento, para que sea devorada por la reina de las aguas.
Las tribus se veían obligadas a cumplir con las órdenes de Boi, porque temían su ira y que una maldición caiga a todas las familias del lugar. Este rito lo presenciaban todos los integrantes del pueblo para asegurarse que su diosa la serpiente, obtenga lo que exigía.
Era espeluznante ver partir a una joven mujer, ser separada de todos sus seres queridos para terminar con una muerte cruel y tremendamente atroz.
Un cacique llamado “Torobá” estaba presenciando el ritual habitual de todos los años, y al ver a la joven doncella que había sido seleccionada para ofrendar a Boi, el cacique quedó perdidamente enamorado al instante. El nombre de esta mujer era “Naipí”. La noche anterior al terrorífico ritual, este hombre sabía que no iba a poder convencer a nadie para salvar a su amada. Entonces, decide hacer una jugada increíblemente audaz. El cacique se lleva a la doncella y juntos emprenden un viaje en canoa por el río Iguazú con la intención de empezar una vida juntos.
Ni la amenaza del enorme reptil los podía frenar. El poder del amor, era más fuerte para los jóvenes enamorados. Boi por supuesto se entera del alboroto en la aldea y de las tribus que no encontraban a Naipí, entonces envuelta en una ira feroz, sale rápido, pero al mismo tiempo sigilosa, en busca de los aventureros que se alejaban en su canoa.
Cuando parecía que el cacique y la doncella ya estaban a salvo en el río y planeaban un futuro juntos, se topan abruptamente con Boi que los intercepta. La serpiente se eleva con toda su furia y majestuosidad, los mira a los ojos y les da un golpe tan brutal que rompe literalmente el río en dos como si fuera el mar rojo.
Así fue como se formó lo que conocemos hoy como “la Garganta del Diablo” y las maravillosas Cataratas del Iguazú. La maldad del temible reptil parecía no tener límites. Entonces, como último castigo decide convertir a “Torobá” en árboles y a “Naipí” en agua. Cuentan que el agua que desciende de las cataratas representa el cabello de la preciosa doncella. Los árboles frondosos y separados del agua por encima de las cataratas representan al cacique que observa desde arriba a su amada.
Por otro lado, en el centro de la garganta se encuentra sigilosamente observando la serpiente Boi, para que el hechizo no se rompa y los amantes jamás vuelvan a tener contacto. Pero los nativos del lugar aseguran que cuando el arco iris se puede ver a través del reflejo del sol y por efecto del agua, Torobá y Naipí, vuelven a estar juntos nuevamente. Se vuelven a abrazar y a besar.
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