La Leyenda de Isis y los siete escorpiones

La Leyenda de Isis y los siete escorpiones

La Leyenda de Isis y los siete escorpiones

Dice la leyenda que el dios Seth envidiaba profundamente a su hermano Osiris, por un lado porque mientras su hermano gobernaba una tierra fértil y llena de vida, él reinaba en el desierto estéril. Pero fundamentalmente porque estaba casado con la diosa Isis y pronto tendría un hijo junto con ella, Horus. Seth, presa del odio y la indignación, intentó terminar con la felicidad de su hermano, y capturó a Isis y a Horus encerrándolos con el fin de dañar a su hermano.

Isis y la leyenda de los 7 escorpiones
Isis y la leyenda de los 7 escorpiones

Viendo la situación, el dios de la sabiduría Thot decidió ayudarles, enviando en su ayuda siete escorpiones de nombre Tefen, Befen, Mestat, Matet, Petet, Mestefef y Tetet con el fin de protegerles. Así fue como Isis y Horus escaparon, seguidos por sus protectores, y emprendieron una larga huida hasta llegar a la ciudad de Per-sui. Allí encontraron a Usert, una mujer de buena posición y gran riqueza a la que Isis solicitó su ayuda y refugio. Sin embargo, Usert, viendo la presencia de los aterradores escorpiones y temiendo su ataque, cerró la puerta a la diosa y su hijo.

Isis y Horus siguieron el camino, agotados, hasta que finalmente dieron con una mujer muy pobre que, pese a la presencia de los venenosos bichos, recibió a las deidades y les procuró ayuda y hospitalidad. 

Isis y la leyenda de los 7 escorpiones
Isis y la leyenda de los 7 escorpiones

Estando su protegida a salvo, los escorpiones decidieron vengarse de Usert por haberle denegado su ayuda a Isis. Durante la noche, los siete unieron sus venenos en la cola de Tefen. Este entró en casa de la mujer e incendió su palacio, pero antes de retirarse picó a su hijo, provocando que enfermara de gravedad a causa del veneno. 

Usert buscó socorro con desesperación ante el estado tan grave de su pequeño. Sus súplicas llegaron a Isis, la cual viendo que el niño no tenía ninguna culpa y compadeciéndose de la situación de Usert decidió ir en su ayuda. 

Con su poderosa magia, el cielo se abrió y cayó una lluvia que apagó las llamas que devoraban su casa y posteriormente ordenó al veneno salir del cuerpo del niño. El hijo de Usert sanó y se recuperó. La mujer, avergonzada y profundamente agradecida, le dió su fortuna a la diosa y a aquella mujer, tan humilde, que la había amparado.

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Benicio
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