El Rey Salomón y las dos mujeres

El Rey Salomón y las dos mujeres

El Rey Salomón y las dos mujeres

El Rey Salomón fue conocido como el hombre más sabio sobre la faz de la tierra. Su sabiduría provenía del mismísimo Dios y la ponía al servicio de quien la requiriera. De todas partes venían hombres y mujeres, reyes y reinas a consultarle. Y él respondía con sabiduría.

Cierto día llegaron al palacio dos mujeres pidiendo hablar con el soberano. Se presentaron ante él, una llevaba un niño en sus brazos con apenas días de nacido. La otra no tenía niño en brazos, pero estrujando sus faldas en sus manos, comenzó a hablar.

  • Majestad! Ella y yo vivimos en la misma casa. Hace unas semanas dimos a luz ambas, con tres días de diferencia. Esta mujer hace dos noches giró en su cama y asfixió a su hijo, y al ver que estaba muerto vino a mi cama, tomó a mi niño vivo y lo intercambió por el suyo muerto.

La otra mujer que sostenía al niño en sus brazos con cierta ansiedad, negó afligida. La mujer continuó hablando.

  • Cuando desperté en la madrugada para amamantarlo noté que el niño estaba muerto, y me sentí desolada. Pero por la mañana al mirar al pequeño muerto a mi lado, supe enseguida que no era el hijo que yo di a luz.

El Rey Salomón observó a las mujeres y pensó unos momentos. La mujer que sostenía al niño cerró sus brazos fuertemente alrededor del pequeño. El soberano, en silencio, se puso de pie y caminó entre las mujeres. Finalmente dijo:

  • Dices que ese niño en brazos de esa mujer es tu hijo, que ella lo tomó mientras dormías y dejó en su lugar al niño de ella que ella misma asfixió al girarse sobre él.
  • Sí, Majestad! Eso es lo que sucedió. – Dijo la mujer. El Rey miró a su guardia y pidió su espada. – ¡Traigan al niño! – ordenó.

Los guardias arrebataron al pequeño de los brazos de la mujer que decía ser su madre a gritos. La otra mujer sonriendo extendió sus brazos para recibirlo. Pero los guardias lo sostuvieron delante del Rey y éste alzó su espada y dijo en voz alta.

  • Estas dos mujeres reclaman a este niño como hijo. Ambas afirman que el niño es de ella. ¡Corten al niño a la mitad y denle una mitad a cada una! – Ordenó
  • ¡No! – Gritó la mujer que había traído al niño cargando en brazos
  • ¡Sí! ¡Cortenlo! – Gritó la otra mujer que había ido a reclamar.
  • ¡Majestad! – Exclamó la mujer a la que le habían quitado el niño de los brazos, poniéndose de rodillas. – Denle el niño a ella. ¡No lo mate! ¡Por favor!

El Rey entregó la espada al guardia y regresó a su trono. Miró al guardia y le indicó que le regrese al niño a la mujer a quien se lo había arrebatado.

  • Denle el niño a su madre. – Dijo Salomón en voz alta – Esa mujer es su verdadera madre.

Todos alabaron la sabiduría del Rey Salomón. Sin embargo, en este caso, cualquiera que conozca el amor de madre, se hubiera dado cuenta quién era la madre verdadera del niño.




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Benicio
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