El regalo que nunca llegó

El regalo que nunca llegó

El regalo que nunca llegó

Este es un cuento de Las mil y una Noches

Se cuenta que cierta noche, el Califa, Emir de los creyentes, Harún al-Rasid, estaba muy intranquilo y preocupado. Empezó a pasear por los alrededores del palacio hasta llegar a un quiosco tapado por un velo. Lo levantó y vio en su testera un palanquín encima del cual había un objeto negro que parecía ser un hombre dormido; a su derecha y a su izquierda había sendas candelas. 

Mientras lo examinaba y contemplaba descubrió una botella llena de vino tinto, añejo, y un vaso. El Emir de los creyentes, al verlo, se quedó perplejo y exclamó: «¿Tal compañía ha de tener este negro?» Se acercó al palanquín y vio que encima había una adolescente dormida cuyo rostro estaba cubierto por los cabellos. Le destapó la cara y le pareció la luna en el día de su plenitud. 

El Califa llenó el vaso de vino y lo bebió encima de la rosa de su mejilla; se inclinó hacia ella y la besó en un lunar. La muchacha se despertó diciendo:

– ¡Oh, Fiel a Dios! ¿Qué ocurre? – El Califa le contestó con este verso:

– Es un huésped que llama a vuestro barrio para que le deis alojamiento hasta la llegada de la aurora. – Ella respondió:

– Honro al huésped con la vista y el oído. – Le acercó el vaso y bebieron los dos. Ella cogió el laúd, templó sus cuerdas y le tocó preludios en veintiún tonos. Al terminar dijo: – ¡Emir de los creyentes! Soy una persona tratada injustamente. – Harún al-Rasid preguntó: 

– ¿Quién te ha maltratado? 

– Hace algún tiempo tu hijo me compró por diez mil dirhemes, pues quería ofrecerme a ti como regalo. Pero tu esposa Zubayda le mandó dicha suma y le ordenó que me ocultase a tus ojos, por lo que me encerró en este palacete. 

– ¡Pídeme lo que desees! 

– ¡Que pases la próxima noche conmigo!

– Si Dios (¡ensalzado sea!) lo quiere – concluyó el Califa. 

La dejó sola y se marchó.

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Benicio
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