Descubre si eres víctima del exceso de control
¿Te pasa esto?
- Te gusta que las cosas se ajusten a tus rutinas y que todo sea predecible sin dejar cabos sueltos ni nada al azar.
- Cuando las cosas no salen como tú habías previsto, te sientes ansioso, estresado y disgustado.
- Te sientes tranquilo, cómodo y seguro cuando las demás personas te necesitan de alguna manera.
- Eres de ese tipo de personas que tienen un sistema para todo, que todo lo llevas muy organizado y bajo control.
- Sientes que necesitas que todo sea perfecto.
- Necesitas que las cosas se hagan de una manera determinada.
- Eres de ese tipo de personas que no tiene término medio, es o todo o nada.
- Tiendes a ser pesimista en tus pensamientos y piensas los peores escenarios para todo.
- Te exiges demasiado a ti mismo y tienes unas expectativas elevadas acerca de ti mismo o quizás también de los demás.
- Eres una persona demasiado exigente o demasiado crítica y demandante contigo mismo y con los demás.
- Prefieres hacer las cosas tú mismo en lugar de delegar en los demás porque piensas que nadie será capaz de hacerlo tan bien como tú.
- Sientes que la gente te decepciona con demasiada frecuencia.
- Das consejos incluso aunque nadie te los haya pedido.
- Es más, incluso sientes la necesidad de decirle a los demás lo que deben hacer y cómo deben hacerlo.
- Detestas los cambios repentinos y los imprevistos que se escapan a tu control.
- Tienes dificultades para relajarte
Déjame decirte que hay una diferencia grande entre mantener un orden y una cierta estructura en las rutinas que sigues y establecer un excesivo control, al punto de no dejar un margen flexible para lo imprevisible o incluso para la libertad propia o ajena.
Cuando intentas controlar todo al milímetro puedes llegar a asfixiarte tú mismo y también asfixiar a los demás, de hecho, un exceso de control que linde con la obsesión o la compulsión, puede resultar muy dañino para las relaciones en general.
Otras personas pueden identificar esa necesidad que tienes de controlarlo todo, como falta de confianza y pueden llegar a cansarse de tener que hacer siempre las cosas a tu manera o de bailar al son que tú tocas y eso inevitablemente puede llevar a crear distancias, irritabilidades, tensiones, enfrentamientos o incluso rupturas.
¿Te has parado a pensar porque tienes esa necesidad de control?
Es sabido que el exceso de control implica un gasto energético muy importante en nuestro organismo y ello nos puede conducir a vivir situaciones bastante desagradables de ansiedad, estrés, nervios, que comprometen de alguna forma nuestra salud emocional, mental y como no, física también.
Pero lo que se esconde tras el exceso de control, tras esa necesidad de que todo esté como nosotros necesitamos que esté, es ni más ni menos que la emoción del miedo.
Por lo general, la mente se traslada a escenarios de futuro que provocan mucha ansiedad, empiezas a imaginar cosas que no son y por lo general, esos pensamientos catastrofistas solo anticipan cosas negativas como la pérdida, cosas que podrían salir mal o cosas que podrían pasarte a ti y a las personas que amas.
Posiblemente te falte confianza en ti mismo, quizás porque en tu infancia tampoco tuviste un entorno que favoreciese el que cultivases ese tipo de confianza, tal vez viviste en un entorno inestable, inseguro, lleno de estrés y de ansiedad, con carencias o quizás fueron tus padres los que ejercieron ese exceso de control también sobre ti y a su vez no haces más que replicar aquello que aprendiste.
En todo caso, lo que tratas de hacer es compensar ese miedo, esa ansiedad y esa inseguridad que te plantean esos posibles escenarios que imaginas, tratando de controlar todo hasta el más mínimo detalle, con rutinas rígidas, comportamientos rígidos, con la única finalidad de conseguir esa seguridad que necesitas para vivir. Con ello tienes la sensación de que todo está bien, de que te sientes a salvo e incluso razonablemente feliz.
Sin embargo, debes ser consciente que en la vida nada es estático y que habrá muchas cosas en las que no puedas ejercer el control y ello te generará a su vez más estrés, resistencia al cambio y conflictos contigo mismo y con las personas que te rodean.
Lo que resistes persiste
Y esta es una ley inexorable que sucede siempre, sí o sí. Aquello a lo que le tienes miedo es lo que permanece en tu vida, por tanto es necesario amigarse con la idea de ser flexible ante el cambio.
Los cambios no tienen porqué ser negativos necesariamente, a veces puede suceder algo que te desestabiliza, pero que por algún motivo le ofreces resistencia y finalmente cuando transitas por la situación de cambio, te das cuenta que lo que encuentras detrás era mucho mejor que aquello que de entrada tú podías anticipar en tu mente.
Un ejemplo
Puede suceder que de pronto pierdas el trabajo, pero a la vuelta de la esquina te das cuenta de que encuentras una oportunidad dónde estás muchísimo mejor, ganas más dinero y ganas en calidad de vida. Entonces el miedo al cambio fue injustificado.
Aprende a identificar y a conocer la naturaleza de tus miedos
Quizás deberías plantearte cuánto de real tienen tus miedos, si están basados en hechos que los fundamenten en el momento presente, porque con frecuencia lo que haces es acarrear mochilas del pasado y trasladas las heridas emocionales que experimentaste en el pasado hacia el momento presente, sin ninguna justificación y debes plantearte si esa situación amerita realmente que traigas esa situación del pasado a tu presente.
Identifica la naturaleza de tus emociones.
A veces cuando las emociones se disparan y campan a sus anchas, siembran en tu mente pensamientos distorsionados, confusos, carentes de toda lógica y racionalidad y es en ese momento dónde intentas a través del control, encontrar la seguridad que en apariencia no tienes o has perdido y te puedes estar planteando situaciones de todo o nada y a veces justamente eso, es lo que te lleva a perder realmente aquello que en verdad tienes miedo de perder.
Permite que las cosas sucedan
Cuando aflojas la soga y permites que las cosas sucedan, desvinculándote de los resultados que pudieran derivarse de esas situaciones o circunstancias que atraviesas desde el amor, sin intentar interferir, o cambiar, o modificar, o alterar de alguna manera el resultado para que se ajuste a tu voluntad, te darás cuenta de que todo es más simple, se vuelve más sencillo, alcanzas tu paz interior y tu vida gana en calidad y en serenidad.
Deja ir
Piensa que si alguien tiene que irse es porque ya su tiempo de permanencia a tu lado concluyó y es hora de iniciar otra etapa. Si te encuentras en esa tesitura, es importante identificar si esa situación se corresponde contigo, y de ser así, dejar ir es lo que toca y es justo en ese momento cuando realmente estás abriendo una puerta grande para que el universo te proporcione la oportunidad de recibir aquello que realmente es lo mejor para ti, por eso debes pensar en aquello que tú consideras un obstáculo insalvable, como una oportunidad de recibir una bendición el lugar de una maldición.
La persona que de verdad es para ti y desea permanecer a tu lado, de alguna forma encontrará contigo el camino donde ambos deis pasos para ajustaros en un punto medio de equilibrio e intercambio compartiendo la misma vibración, por qué vibraciones iguales se atraen y eso es una ley en el universo. Intentar contener o retener a alguien que ya no desea permanecer a tu lado, a la larga solo te reportará mayor sufrimiento.
Toda etapa de transición y cambio suele generar ansiedad y estrés, pero hay cosas que puedes hacer para romper ese tipo de patrones que te generan ansiedad.
Algunas cosas que puedes hacer para liberarte de la ansiedad
El primer paso fundamental diría yo es tratar de relajarte, porque de nada sirve intentar racionalizar una situación sí primero no has alcanzado ese estado de paz mental necesario para poder ver desde otro punto diferente el asunto que te afecta.
Para poder cambiar tu estado mental puedes:
- acudir a técnicas de relajación como la meditación o la respiración consciente
- escuchar música relajante, que te ayude elevar tu vibración
- caminar, hacer algo de deporte
- cambiar de escenario, por ejemplo mira tu pelicula o serie favoritas o haz algo totalmente diferente a lo que hacías
- hablar con otras personas, evita el aislamiento y la soledad porque eso solo te sumirá en un agujero más profundo si cabe.
En el momento en que sientes en tu interior que ya estás capacitado para abordar desde otro punto focal esta situación, entonces ya estás preparado para racionalizarla y aportar soluciones que favorezcan el cambio o la solución.
Esto puede ser especialmente útil en situaciones donde pronto te llenas de energía súper negativa y te vuelves irritable, reactivo y fuera de control.
Un ejemplo práctico
Imagínate que de pronto estás con tu persona especial, con tu pareja o con ese amigo o amiga que es muy especial para ti y surge una situación donde se desencadena un episodio de desconfianza o celos, es justo en este momento donde debes aplicar todas las pautas que anteriormente se te han indicado.
En primer lugar, antes de reaccionar debes pensar si esa situación que estás experimentando realmente amerita el que tú estés sintiendo ese episodio de celos, piensa en la persona que está a tu lado, su comportamiento, no solamente del momento sino de toda la relación y de todo el tiempo que habéis compartido juntos, de los detalles que tiene contigo, del tiempo que te dedica, de si se preocupa o no se preocupa por ti, en definitiva tienes que pensar si realmente esos celos son fundamentados.
Si llegas a la conclusión de que realmente no son fundamentados, pero aún así no puedes controlar tus niveles de ansiedad, lo suyo es que hables con la persona de lo que te está sucediendo y de lo que estás sintiendo, porque a través de un diálogo consciente se puede encontrar ese razonamiento o ese pensamiento que te ayude a alcanzar tu estabilidad y tu tranquilidad.
Para poder abordar este tipo de conversaciones a su vez sería conveniente recrear un ambiente de relajación y tranquilidad, con lo cual volvemos al punto, por ejemplo, de la música. Podéis poner música agradable, relajante, que favorezca la alta vibración, o podéis cambiar de escenario saliendo a pasear y durante el paseo conversar.
Lo esencial es plantarle cara al miedo y ver que con frecuencia esos miedos son del todo irracionales, pero sobre todo, que con ayuda y apoyo mutuo, se pueden dar pasos en la dirección de superar los miedos, fortalecer los vínculos y afianzar los pasos en la dirección de una mayor apertura poco a poco.
En todo caso, siempre es mejor el diálogo que el tratar de controlar todo a través de luchas de poder o choque de egos para obtener ese control, con la idea de prevenir que nos pasen esas cosas, porque eso es un pensamiento absurdo y la energía que se emplea en eso puede llegar a desgastarte por completo y al final te pasará lo que tanto temes.
En todo caso y con independencia de la naturaleza del suceso, ya sea a nivel de relaciones, a nivel de hogar, a nivel de trabajo, debes pensar que no siempre se puede controlar todo, que no siempre puedes saber lo que va a pasar y lo que va a suceder, y tener una cierta capacidad de tolerancia a ese tipo de eventualidades entrenando tu mente, te puede ayudar a alcanzar la tranquilidad la paz y la serenidad que necesitas.
Recapitulando algunas cosas que te pueden ayudar son:
- la meditación
- el ejercicio físico
- escuchar música suave y agradable
- escribir lo que estás sintiendo, especialmente si no tienes la oportunidad de hablar con otra persona, porque como se suele decir, es mejor fuera que dentro y cuando eres capaz de sacar de alguna manera el sentimiento que alojas dentro a través de la pluma en el papel, es una forma de liberación que te puede ayudar a relajarte.
- un baño de espuma
- un masaje
- un paseo por la naturaleza
- quedar con un amigo para tomarse un café y charlar un rato
- establecer algunas rutinas que tú sepas a ciencia cierta que te pueden ayudar a liberarte de esa tensión y de ese estrés
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