Historias de Amor
Cleopatra y Marco Antonio
Todos hemos oído hablar de Cleopatra, la reina del Nilo. Sin embargo, pocos conocemos que su historia ha estado plagada de pasión, mentiras, tragedias y luchas de poder. Desde muy pequeña padeció la crueldad en su propia familia, ya que a los 11 años tuvo que huir a Roma con su padre, escapando de su hermanastra que se había apoderado del trono de Egipto.
Desde siempre creció con la idea de recuperar el trono y volver a hacer de Egipto el imperio que había sido y para eso no dudó en emplear su aguda inteligencia y sus encantos femeninos. Así las cosas, el primero en caer en su hechizo fue Julio César. Resultó que, refugiada en Siria luego de enterarse que su hermano y esposo Ptolomeo XIII, pensaba deshacerse de ella para gobernar él solo el imperio, llegó a sus oídos que Julio César estaba en Egipto.
Astuta como pocas, ideó un plan para llegar a él y lo hizo envuelta en una alfombra para no ser descubierta, y con el objetivo de salvar su vida y recuperar el trono. Julio César cayó rendido a sus encantos, Cleopatra era una mujer muy bella y culta, hablaba nueve idiomas, sabía de astronomía y se mostraba muy inclinada hacia la enorme cantidad de libros de la Biblioteca de Alejandría. De esta forma Cleopatra recupera el reino gracias a que Julio César lo arriesga todo por ella, pero el pobre no puede disfrutar del éxito con su amada porque el mismo Senado acabó con él en cuanto regresó a Roma.
Sin embargo, y a pesar de haber tenido un hijo con Julio César, quien verdaderamente cautivó el corazón de la mujer más poderosa de la época fue el apuesto político y militar romano, Marco Antonio, sobrino de Julio César. Tras la muerte de su benefactor, Cleopatra regresó a Egipto dispuesta a reforzar su poder para mantenerse en el trono. Marco Antonio la mandó a llamar considerando que no fue lo suficientemente “aliada” en la batalla que se había disputado y pretendiendo verla humillada la hizo ir a su encuentro.
Ella asistió al llamado y se presentó ante el romano decidida a conquistarlo, sabía que era él sucesor de Julio César y, sin importarle que fuera un hombre casado, despliega ante él sus dotes de belleza, inteligencia y astucia, y le muestra un nuevo mundo en el que ellos serían la pareja real que haría de ambos imperios un derroche de grandeza. Marco Antonio no quiso ni pudo resistir semejante esplendor. Luego de cuatro días con sus cuatro noches, el profundamente enamorado Marco Antonio, llevó a Cleopatra a Egipto. Abandonó todo, sus obligaciones políticas, familiares, militares; tan solo para vivir catorce años de pasión con su amada en el Palacio de Alejandría y con la firme promesa de que a la muerte de uno le seguiría la muerte del otro. Ella tampoco pudo evitar rendirse a los encantos de ese romano que, aún siendo declarado enemigo de Roma, le ofrecía todo su poderío para sostenerla en el trono. El amor entre ellos dio fruto en tres hijos. dos gemelos Alejandro y Cleopatra Selene y Tolomeo.
Pero Roma no iba a permitir que Marco Antonio se saliera con la suya, y Octavio, hermano de su esposa legal, mucho menos y no dejó de perseguirlo. Batalla tras batalla los ataques se fueron acercando a la ciudad en que los amantes residían. Y asi fue que llegó a oídos de Marco Antonio la falsa noticia de que Cleopatra había muerto y él sin dudarlo se quitó la vida con su propia espada.
Ella quiso dejarse morir, sumida en la tristeza más profunda, pero su instinto de supervivencia fue más poderoso e intentó seducir a Octavio, quien solo la veía como un botín de guerra para llevar a Roma. Pero la reina de Egipto esta vez no tuvo éxito. La inmunidad del romano a sus encantos la condujo finalmente a cumplir su promesa y dejarse morder por un áspid, una cobra egipcia. Octavio no contaba con este desenlace y en venganza se llevó a los tres hijos como trofeo de guerra y se los entregó a la viuda de Marco Antonio para que los criara.
Gracias a todas las artimañas que empleó, Cleopatra se mantuvo en el trono veintidós años. Muchos de esos años los pasó acompañada por quien fuera el amor de su vida. Con la muerte de la pareja no sólo se terminó su historia de amor, sino que también se terminó la era de 3000 años de mayor esplendor de Egipto, que entonces pasó a ser una provincia de Roma.
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