Mi Chiquita
Hoy en la mañana poco antes de las seis abrí mis ojos, como todos los días. El ruido del ventilador no me permitió notar que llovía. Al levantarme, me acerqué a la ventana y fue entonces cuando supe que llovía, muy suave, apagué el ventilador y regresé a la cama.
Me recosté sobre ti, mi cabeza sobre tu pecho, mi brazo sobre tu cintura y mi pierna sobre tus muslos. Tu mano en mi cabeza se movía lentamente sobre mi cabello. Podía escuchar el ruido de la lluvia en el techo, y el del tu corazón en tu pecho.
Ese fue un momento eterno. Lleno de paz y placer.
Hubiera querido dormir un rato más. Pero no se pudo. Me quedé tan atrapado en esa escena que se me hicieron las seis, las seis y cuarto, seis y media… Y solo podía seguir sintiéndote.
Después de estar tanto tiempo andando solo, y sin esa certeza de que alguien en algún lugar me estaría esperando… haberte encontrado ha sido en verdad un regalo que no podía siquiera imaginar que me sería otorgado.
También siento que a tu lado cada nuevo día, cada cosa compartida, cada instante es un deseo cumplido, un sueño hecho realidad. Sentir tu mano en la mía, saber que junto a mis pasos están los tuyos, me hace tan feliz, me siento tan completo, tan lleno que no podría pedir nada más.
Te amo. Solo quería que lo supieras.
Tuyo.

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