Carta de Oscar Wilde
“Mi niño:
Tu soneto es encantador, y es una maravilla que esos labios tuyos, rojos como pétalos de rosa, estén hechos tanto para la locura de la música y las canciones como para la locura de besar.
Tu delgada alma dorada camina en el medio de la pasión y la poesía. Sé que Jacinto, a quien Apolo amaba con tanta locura, era tú en los tiempos de Grecia.
¿Por qué estás solo en Londres, y cuándo vas a Salisbury? Ve allá a enfriar tus manos en el Crepúsculo gris de las cosas góticas, y ven aquí cuando quieras. Es un lugar encantador en el que solo faltas tú; pero ve a Salisbury primero.
Siempre, con imperecedero amor, tuyo”.
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