“Querida Fräulein Maric,
Por favor no te enojes conmigo por mantenerme alejado tanto tiempo. Estuve seriamente enfermo, tanto que no me animé a dejar el cuarto. Todavía mis piernas están algo débiles.
De todos modos, hoy junté coraje y me aventuré a salir, para dar un paseo. Le dije a la señora Bäch que invitara a los huéspedes que lo desearan a una reunión, y deseo que tú estés entre los que vendrán.
Pero si no puedes venir, yo te visitaré tan pronto como me sienta suficientemente bien. Y si no soy capaz de salir, esperaré con ilusión tu pronta visita.
Con mis mejores deseos, tu Albert Einstein.

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