A un viejo amor
de Mario Benedetti
No sé si fue en un día o en un segundo
que de pronto encontré semejante imagen,
parecerías vos misma, pero siglos
después, trajiste a cuestas tu lozano
averío, la fatiga de vivir
y el lastre de no ser más que un recuerdo.
El tierno y grácil cuerpo que ha quedado
no me dice lo mucho que te has perdido,
me muestra solamente lo que encuentro
ahora en tu mirada y en tus huesos.
El tiempo ha desgranado sucesivas
estrecheces, añejando movimientos,
y han quedado las huellas de estragos
en estas manos tuyas, en tu aliento.
Ya no eres todo aquel fulgor de antaño
que me hacías cosquillas en los sueños,
que me llegabas desde otros días
con tanta sed y con tanto deseo.
Un hálito lejano de obscuros años
(así se nota el siglo en los cabellos)
marca tu faz de adiós y despedida,
marca tu ser de cercanía y lejos.
Fragmento del poema “A un viejo amor”

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