Es frecuente escuchar en red la frase “soltar los apegos”, dando a entender que el apego es una palabra negativa y qué establecer un vínculo de apego con alguien es algo realmente tóxico. Esto solo pone de manifiesto la falta de entendimiento en el concepto de apego.
¿Qué es el apego realmente?
Podemos entender cómo apego los lazos emocionales que establecemos, ya desde la infancia, de forma muy significativa con nuestros afectos. Es decir, con ese tipo de personas con las que compartimos un sentimiento de seguridad y de pertenencia.
De hecho, el vínculo de apego que establecemos desde bebés con nuestras mamás, van a ser muy importantes a la hora de desenvolvernos en el mundo y en nuestro desarrollo personal.
Sí los vínculos que hemos establecido desde la infancia son adecuados y positivos, nos van a aportar seguridad. No vamos a tener dudas de que pertenecemos al entorno donde nos desarrollamos y desde ese entorno de seguridad vamos a sentir la libertad de explorar el mundo exterior.
En general los apegos saludables nos aportan independencia, confianza, autoestima elevada y contaremos con las habilidades necesarias para hacer frente a las dificultades que se nos puedan presentar en la vida cotidiana de forma resolutiva.
Además, a la hora de establecer nuevos vínculos con otras personas, lo haremos desde una zona saludable, respetando al otro como individuo y su propia independencia personal.
Cuando se ha sido educado dentro de un entorno de apego seguro, es mucho más fácil establecer relaciones de cercanía. Cuando tu interior se llena de sentimientos y emociones, hay mayor facilidad para entender lo que se siente y por qué se siente.
Cuando el entorno donde has sido educado no te ha ofrecido seguridad, es más complejo relacionarse con el mundo exterior, el apego que se establece con otras personas es inseguro y por lo general, genera dependencia, y baja autoestima.
Apego y dependencia
Ahora que se tiene un poco claro el concepto de apego, es más fácil comprender que apego no necesariamente significa dependencia.
Cuando alguien se conecta con otra persona desde el apego seguro, lo hace desde su libertad y su independencia, no te necesita para ser feliz pero desea compartir su camino contigo desde el bienestar personal, porque quizás le encante estar contigo, hay intereses comunes, o disfruta contigo con todo lo que hacéis. Es una relación que suma.
Cuando alguien se conecta con otra persona desde el apego no seguro, lo hace desde la necesidad. No es feliz, necesita que otro le haga feliz. Hay mayor necesidad de tener el control de todo para que la otra persona haga lo que necesitas para ser feliz. Cuando no se logra esto, aparece el sufrimiento. Se establece una relación de dependencia, que solo pone en evidencia las propias carencias, la falta de confianza y la baja autoestima. Es una relación que resta.
De la necesidad a la esclavitud
Ahora te será más fácil entender que cuando necesitas a alguien para ser feliz, tú no eres una persona completa. Todo lo contrario. Eres una persona llena de vacíos mentales y emocionales. Entender esto, te permitirá entender a su vez la forma en que te vinculas con otros y por qué llegan a tu vida determinado tipo de personas. Por otro lado, las relaciones mantenidas con estas personas siempre generan los mismos patrones de comportamiento. Tu elección no la has hecho desde la libertad, sino desde la necesidad y desde la carencia.
Un refrán de las abuelas para hacer soportable lo insoportable: “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
Es un refrán que refleja el apego inseguro. Si de mano te dicen que lo que está por conocer es bueno, ¿qué te impide dar el paso? Quizás el miedo a la soledad, a quedarte sin lo malo y sin nada. Tu inseguridad para dar ese paso o el creer que no vales lo suficiente como para no depender de nadie más que de ti mismo. Es mejor tener a alguien fuerte a tu lado que te diga lo que hay que hacer aunque tu vida sea penosa y él muy malo.
Te conviertes en esclavo de tus miedos, de tus carencias, de tus inseguridades, de tu falta de autoestima y confianza en definitiva y pierdes la libertad de elegir. No solo de elegir, sino que pierdes tu propia libertad en sí. La libertad de SER, de desarrollarte, de crecer, de aspirar a más.
Optas por elegir a personas que vienen a cubrir un vacío, una carencia y eso a la larga, llena tu vida de dolor, celos que te llevan al sufrimiento, miedos y más inseguridades.
Cuando hay amor de verdad
Tranquilo-a, que no está todo perdido. Sí que es posible liberarse de esos lastres que parecen más bien las cadenas que arrastra en las noches más oscuras del alma el fantasma de Canterville.
Aquí es cuando empieza la verdadera diversión. No necesitas a la otra persona, pero te gustará contar con ella, con su opinión, su apoyo o su colaboración. Disfrutarás del amor y de todas las experiencias compartidas con esa persona. Las experiencias que no compartáis en conjunto, servirán para enriqueceros y enriquecer a su vez a la relación. Habrá algo que contar, algo que compartir.
Cuando no está esa persona no te llenas de ansiedad pensando en lo que hará o lo que no hará porque hay una comunicación abierta, pero sobre todo, respeto mutuo y lealtad.
Hay espacio para la familia, los amigos, hobbies personales. Todo suma.
Si hay un problema, se hace lo posible por encontrar una solución. Para ello no sacas la artillería pesada para machacar a tu pareja y que haga lo que tu deseas. No. No se trata de medir fuerzas y a ver quién puede más. Se trata de unir las fuerzas y en un esfuerzo conjunto, se busca y se encuentra la solución.
Existe el deseo de compartirse, de caminar juntos el mismo camino y en la misma dirección, en un proyecto de vida compartido
Te amo pero no te necesito
Esto te da unas alas que te permiten llegar a los confines del Universo. Puedes amar a una persona, pero tienes la libertad de ser tú. Puedes seguir creciendo, viviendo una vida plena, dentro del respeto mutuo eso si, pero llena de experiencias que te enriquecen.
No necesitas depender de otra persona para ser feliz. Puedes ser feliz con tu trabajo, con tu familia, con tus amigos, leyendo un libro, escuchando música, teniendo tiempo de soledad solo contigo. El hecho de que la otra persona no esté, no te limita, no te anula, tu vida sigue y tú sigues haciendo cosas en ella. No vives sumido en la ansiedad y la incertidumbre hasta que vuelve.
Es normal que existan problemas. ¿Cuándo no los hay? Es la vida y se ha hecho para ser vivida y experimentada y ello puede traer de vez en cuando adversidades. Sin embargo, la vida en pareja no está en peligro, fluye, y los problemas que pudieran surgir, no se convierten en muros insalvables.

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