Lilith, madre devoradora, mujer perturbadoramente seductora, ramera divina

Lilith, madre devoradora, mujer perturbadoramente seductora, ramera divina

Lilith,  el mito y su historia

Lilith en sus orígenes era una diosa arcaica, que en su primera aparición en la tradición histórico-religiosa representaba el aspecto de una terrible diosa-madre. Sin embargo, en el transcurso de la formación del mito de Lilith, esto fue cambiando para dar paso a una Lilith dual, según se enfrente a un hombre o a una mujer.

Las representaciones de Lilith

Para un hombre Lilith toma el aspecto de la ramera divina o psicológicamente hablando de la ánima seductora que pasa a primer plano. Para una mujer Lilith representará sobre todo el aspecto de la madre terrible y devoradora. Justo en este papel, ella siempre intenta dañar a las mujeres embarazadas y robarles a sus hijos recién nacidos. Lilith siempre va a estar dispuesta a matar al niño para beber su sangre y chupar la médula de sus huesos. Es por esto que en los primeros textos se la denomina “la estranguladora”.

 Como figura del anima, Lilith  intenta seducir no solamente al primer hombre, Adán, sino a todos los hombres hasta la fecha porque según el misticismo judío es inmortal y solo encontrará la muerte en el Día del Juicio.

Existen razones historico-religiosas y psicológicas por las que el aspecto de la ramera divina y del ánima seductora aparece mucho más tarde, históricamente hablando.  

Lo femenino siempre aparece primero, dentro del desarrollo de la conciencia en la forma de la Gran Madre, que es una figura arquetípica bipolar, en la que está contenida tanto el aspecto de la madre que cuida como la madre terrible y devoradora.

La figura del ánima sólo se separó de la figura materna en una fase posterior de la conciencia. Sin embargo, la figura de Lilith tal como la encontramos en la literatura judía no está restringida exclusivamente a la mitología judía sino que se da tanto en los pueblos semíticos como no semíticos, entre los babilonios, asirios, judios y árabes por un lado y entre los sumerios e hititas por el otro.

Pero sólo en la mitología judía existe el mito de Lilith desde hace más de dos mil quinientos años y ha logrado trascender hasta nuestros días, y por razones apotropaicas1, las familias judías ortodoxas, especialmente en el este y el sur, ponen amuletos en la sala de maternidad, alrededor del cuello de la madre y de su hijo recién nacido para protegerlos de las peligrosas maquinaciones de esta figura demoníaca de mal agüero. (Illomened – figura demoníaca)

El aspecto dual de Lilith

Para lograr una comprensión más profunda de las transformaciones de Lilith, es necesario hacer una breve digresión hacia lo judío, y desde allí retroceder aún más hacia las enseñanzas babilónicas sobre los demonios. A partir de este punto, es posible iluminar los dos aspectos opuestos de Lilith.

En la literatura judía, Lilith es uno de los numerosos demonios que se mencionan en la Biblia, el Talmud y la tradición rabínica. Pero incluso fuera de esta literatura canónica, en textos apócrifos y en obras pseudoepigráficas, en los textos mágicos arameos de Nippur, en la literatura gnóstica y mandea, así como más tarde en el misticismo judío y la creencia popular judía, Lilith ocupa un espacio. considerable.

Los demonios judíos aparecen bajo nombres bastante diferentes. En un momento se los describe como espíritus (Rujot), al siguiente como plagas (Masiqim) y al siguiente como destructores (Chabalim). 

Se pueden agrupar bajo el nombre colectivo Shedim. Shed, arameo Shida, es decir, demonios. Los shedim son benévolos y serviciales o, más frecuentemente, alborotadores peligrosos. En general, los demonios que conocen humanos y tienen tratos con ellos son hombres, pero de vez en cuando hay mujeres. De vez en cuando también aparecen duendes o poltergeists, generalmente inofensivos y benévolos, aunque en el fondo tienen el hábito de burlarse de los humanos.

Es casi seguro que la palabra hebrea Shed se remonta a la palabra acadia Shedû, que a su vez corresponde a la palabra sumeria Aladû. En Babilonia, el Shedû era originalmente una deidad predominantemente ctónico2 que era adorada como un toro con cabeza humana barbuda. Los ideogramas de toro y Shedû son idénticos. Al mismo tiempo, sin embargo, también son los mismos que para Nergal, el dominio babilónico del inframundo y el reino de los muertos, por lo que se puede suponer que el Shedû también tenía alguna conexión con las almas de los muertos. 

Dado que el Shedû siempre es representado como un toro alado, es de suponer que, además de su aspecto ctónico, poseía un aspecto espiritual.

Divino masculino y femenino

Frente al Shedû masculino está la Lamassû femenina o Lama, llamado Kal en sumerio y a quien los sumerios retrataban como una vaca alada. A diferencia del Shedû, bastante negativo o ambivalente, Lamassû es siempre un ser amable y servicial. Shedu y Lamassû se erigieron a las puertas del palacio del rey Assurnazirpal, y en su ascenso al trono, el rey Assarhaddon se enorgullecía de haber instalado Shedû y Lamassû a derecha e izquierda de la entrada del palacio como guardianes de la casa real y dioses tutelares del pueblo asirio. La sumeria Lamassû fue incluida más tarde en el panteón babilónico, aunque al hacerlo ella –como Shedû – sufrió ciertas transformaciones, porque fue transformada en un demonio y adorada como la gran y aterradora diosa madre Lamashtû, que ha perdido casi todos sus rasgos positivos.

Fuente: Hurwitz, S. (1980) Lilith – La primera Eva. Aspectos históricos y psicológicos del lado oscuro femenino




Luna
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  1. Dicho de un rito, de un sacrificio, de una fórmula, etc.: Que, por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien.
  2. hace referencia a los dioses o espíritus del inframundo por oposición a las deidades celestes. A veces también se les denomina telúricos (del latín tellus)

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