it’s a Match! – Tinder y sus historias…

it’s a Match! – Tinder y sus historias…

Fue una noche de tantas, donde el aburrimiento  y la falta de sueño me invitó a conectarme a “chismorrear” en las páginas archi- gastadas de Tinder. No esperaba ver nada en concreto, solo algo de distracción mientras me llegaba el sueño. Y después de pasar algunos pantallazos en plan dedo rápido,  me quedé sin respiración… Su imagen me inspiraba ternura, me cautivó su mirada de cachorrito tierno entremezclado con  la poesía de sus manos al piano… instintivamente sin pensarlo toqué para darle un corazoncito y de pronto me salió el mensaje: it’s a Match!

 Cierro los ojos y aun puedo recordar las noches de largas conversaciones con él,  donde era capaz de tocar esos resortes que hacían saltar todas mis alarmas y dejarme sin defensas.

 Esas noches entregados a abrazos profundos, sin más pretensión que sentirnos, vibrar en la profundidad de nuestras respiraciones, esas palabras susurradas al oído que eran como canciones de sirena que me atrapaban más y más en la melodía que surgía de mi corazón.

 Risas entre bocado y bocado de la comida deliciosa que preparaba para mí, miradas cómplices cargadas de altas dosis de sensualidad. Desempeñaba bien su papel de Cáncer con ascendente en Tauro.

Me sentía como una diosa del olimpo  en un trono de vino y rosas… Hasta que a las rosas le salieron las espinas y para entonces, mi corazón estaba tan comprometido que sangró hasta quedarse seco.

“Irene, después de mi ruptura vagué sin rumbo, y creía que me enamoraba de cuanta mujer me tropezaba, y es por eso que ahora, no me puedo enamorar de ti, estoy roto, estoy perdido, necesito recomponer mis pedazos antes de poder ofrecer algo que valga la pena a alguien”

 Y cada palabra sonó como una patada en mi estómago, cada cual más fuerte, cada cual más dolorosa.

“Irene, no me puedo enamorar de ti”…Y sentí un dolor desgarrador en la boca de mi estómago que ascendía en mi garganta y se quedaba mudo,  luchando por salir pero no podía gritar, tan solo repetirme una y otra vez las palabras en mi mente… “Irene, no me puedo enamorar de ti…”

 ¿Pero por qué? Estoy abierta al amor, mi corazón late por ti, cada fibra de mi cuerpo grita tu nombre cuando no estás en mi presencia y cuando lo estás, es como un imán que se engancha a su par… Respiro por ti, siento por ti, todo lo que soy es tuyo, mi corazón es tuyo, míralo… si lo tienes en tus manos… y puedes hacer con él lo que quieras, ¿por qué no lo puedes amar?

“Irene, no me puedo enamorar de ti”

Lloré. Lloré amargamente en el silencio de mis noches, cuando nadie podía verme, cuando nadie podía sentirme, cuando no estaba bajo la mirada de juicio de aquellos que me dirían “te lo dije”.

 Lloré hasta vaciarme.

 Mi vida se había detenido por alguien que no podía enamorarse de mí…

 Fueron muchas las veces que tomé el móvil entre mis manos tentada a sacarlo de mi vida, borrarlo de mi listín telefónico, de mi WhatsApp, Facebook, Instagram y siempre me detenía esa mirada lánguida, perdida, y renacía la esperanza de que pudiera verme, de que pudiera reconocerme, de que por fín se diese cuenta del tesoro que tenía en sus manos, ávido de recibir su amor.

 Y llegó el día…

 Ese día que lo cambió todo, donde de pronto sin saber cómo, te caes de la nube y de la estampida que te das contra el suelo de milagro no te rompes las entrañas…

 Ahí estaba, con ella de nuevo.

 Pero ya no me quedaban más lágrimas que rodasen por mis mejillas. Solo una mezcla de orgullo recuperado, entreverado con  el vacío que sentía.

 Y entonces tomé la decisión. Lo saqué de mi vida tan rápido como entró. Fui cortando todas las conexiones, una por una.

 Después de eso, me entretuve buscando entre mis álbumes de niña, y me descubrí a mi misma, me reconocí, ahí estaba yo, Irene, esa Irene llena de sueños, con apenas 6 años, dónde la mirada de rebeldía y provocación le decía al mundo ¡aquí estoy yo!

Saqué la foto del álbum y la puse en un pequeño marco, de color blanco, precioso, dentro de su simpleza a mí me parecía precioso porque no quería que el marco destacase, sino ella, Irene, esa niña que yo era, esa niña que vivía atrapada en mi, esa niña a la que  había encerrado bajo 7 candados y no la permitía respirar.

 Recorté un corazón en cartulina roja, y dentro de él, escribí It’s a Match! Y lo puse en una esquinita del marco. Y la puse en el lugar más visible de mi casa, donde pudiera verla a todas horas y recordar dónde estaba mi amor, dónde mi respeto, dónde mi valor, dónde mis prioridades…

En ese momento decidí que soltaría amarras, que no podía darle rumbo al barco de mi vida si no llevaba el ancla y me iba sin mirar atrás.

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Luna
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