Dudas existenciales

Dudas existenciales

Dudas existenciales

Había una vez un hombre tan sabio que todos acudían a pedirle consejo cuando lo necesitaban, una vez llegó un hombre y le preguntó, 

– Maestro, ¿termina la vida con la muerte? ¿Pasamos a otro plano? ¿Volvemos de nuevo al planeta tierra? 

El maestro se sentó, y le dijo al hombre: 

– Nada comenzó con el nacimiento y no terminará con la muerte. Tal vez se pregunten: ¿dónde están aquellos que partieron? Nunca, absolutamente nunca, perdemos a nuestros seres queridos. Ellos nos acompañan porque no están muertos.

– ¿Cómo puede ser eso maestro?

– Imaginemos un tren. Yo no puedo ver lo que hay en el vagón que va delante de mí, pero ahí hay gente viajando en el mismo tiempo y en el mismo espacio que yo, que ustedes, que todo el mundo. El hecho de que no podamos hablar con ellos, saber lo que está ocurriendo en el otro vagón, es absolutamente irrelevante; ellos están ahí. Así, aquello que llamamos “vida” es un tren con muchos vagones. A veces estamos en uno, a veces estamos en otro. A veces cruzamos de uno a otro: cuando soñamos, o cuando nos dejamos llevar por lo extraordinario. ¿Pero cuántas veces ya experimentamos esa sensación conocida como déja vu? Por una fracción de segundo (que procuramos olvidar rápido, porque no combina con nuestra lógica convencional), tenemos la certeza de que ya pasamos por aquel lugar, situación o sentimiento. Estuvimos en otra dimensión, en otras vidas que estamos experimentando simultáneamente, pero donde las cosas no suceden exactamente como aquí. ¿Cuántas vidas vivimos ya?

– Maestro, ¿Pero cómo puede usted saber eso si ningún muerto ha vuelto a decirnos lo que hay más allá?

– Te equivocas… A algunos de nosotros se nos ha dado el don de ver a los espíritus de los que ya se fueron, y si nosotros podemos verlos es que siguen vivos en otro plano, esperando el día en que puedan regresar.

– ¿Y no será una ilusión de los que dicen ” tener ese don “?

– Te aseguro que no, pero nadie está obligado a creer en lo que digo, el que quiera creer que crea y el que no, quizás alguna vez lo pueda experimentar.

– Gracias maestro… 

El hombre se fue, ciertamente no creyó pero la duda estaba sembrada en su mente y con el tiempo quizás pudiera descubrir si era verdad o no.




Benicio
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