Un día… Todo de ella me resultaba sexy

Un día… Todo de ella me resultaba sexy

Un día… Todo de ella me resultaba sexy

Ese día, mientras ella trabajaba yo estaba sentado en un sofá cerca, preparando el material para una reunión que tenía por meet en pocos minutos. Encontré entre mis papeles una anotación de ella. Levanté la vista y al verla concentrada en su trabajo, de la nada, le dije: “No sé si soy yo que tengo la cabeza dada vuelta o qué… Pero… Creo que tienes una forma de escribir el 7 muy sexy… ¿Lo sabes?”

Su reacción fue una estrepitosa carcajada. Y luego, por supuesto, dejó su trabajo, tomó un papel y dibujó el 7, aún riendo. Me miró sin comprender… y yo miraba ese siete en el papel y seguía pensando que era muy sexy. 

¿Acaso estaba loco?

Pero ¿cómo podría no ser sexy, si lo dibuja con esa sonrisa tan bella en su rostro? o tal vez, porque lo hace con sus manos tan suaves. Moviendo su cabeza suavemente hacia los lados volvió a su trabajo diciendo: “Ay amor… eres tremendo.”

Claro, me dije, tal vez no es fácil para ella entender que, cuando la pienso, todo de ella me seduce. Me parece sexy… Hasta ese 7 tan sensual que ha dibujado. Tal vez aún le cuesta creer que cuando no estoy con ella cuento los minutos… Y pareciera que llevan muchos más segundos que de costumbre. Porque con ella el tiempo ha cobrado otra dimension, todos los momentos que paso a su lado se me hacen pequeños aunque estén llenos de horas

Sin mirarme, luego de unos minutos, de la nada dijo: “capaz soy de pintar un camino de sietes que vaya desde mis tobillos a mis ingles, de ahí a mi ombligo, mis senos, mi cuello y hasta mi boca para que los vayas borrando todos con tus besos.”

  La miré en silencio, con expresión suplicante. Ella me miró con picardía. Faltaban minutos para mi reunión. Estaba intentando leer algunas cosas de las que había tomado notas el día anterior. Pero ya no podía dejar de pensar en ese camino… En los condenados sietes. 

Y leía

Y leía

Y leía

Y solo podía pensar en besos… en sus ingles… en mi boca en su piel… y en todo eso junto. Y, de pronto, mis notas ya tenían su forma y solo sentía el impulso de besarlas…

Me vuelve  tan loco…

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